InicioRegiónPunitaquiConoce la historia de la familia Honores Castro de Punitaqui

Conoce la historia de la familia Honores Castro de Punitaqui

Abel Honores Salfate (70) y Ángela Castro Paz (67), viven en la localidad de Ajial de Quiles, de la comuna de Punitaqui y han dedicado los últimos años a la producción de limones, como muchos de los agricultores de ese sector, siendo apoyados por profesionales del programa “Transferencia Tecnológica para dar Valor Agregado al Limón de Punitaqui”.

Ángela y Abel llevan más de 50 años de matrimonio, se conocen de toda la vida ya que incluso estudiaron juntos en la enseñanza básica. Se casaron en 1974, en Ovalle, trabajaron en el comercio y recién el 2019, cuando la pandemia azotaba con fuerza la economía regional, decidieron irse al campo, donde antes sólo lo hacían de vez en cuando los fines de semana.

Don Abel cuenta que, “antes de venirnos para acá yo compré 100 matas de limones, pero el resto lo hice de mugrones, que uno pesca una rama, la pela, le pone un poco de barro, le echa agüita y le sale raíz, después se corta y se planta. Y así, formamos el huerto.

Hoy en día tenemos 270 plantas, aproximadamente, y voy a plantar en estos días 100 plantas más. Respecto del agua, gracias a la intervención del programa, contamos con un sistema de riego por goteo, lo que nos ha permitido administrar mejor este recurso que es tan escaso en nuestra zona y por ello, en este tiempo con una vez por semana que riegue durante unas tres o cuatro horas ando súper bien”.  

Esta familia cuenta con dos hectáreas y, si bien, su conocimiento era casi nulo, ya que se fueron muy jóvenes a Ovalle a trabajar en el área del comercio, con la ayuda de instituciones como el Instituto de Desarrollo Agropecuario, INDAP  y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Intihuasi, han podido adquirir conocimientos clave para desarrollar su huerto de limoneros, siendo parte de los beneficiarios del proyecto “Transferencia Tecnológica para dar Valor Agregado al Limón de Punitaqui”, ejecutado por INIA, con aportes del programa para Zonas Rezagadas del Gobierno Regional de Coquimbo.

La Gobernadora Regional, Krist Naranjo, destacó el esfuerzo de las familias campesinas a través de esta historia. “Acá vemos en concreto como el apoyo a través del programa para zonas rezagadas le cambia la vida a cientos de familias, que ven con un mayor optimismo el futuro, sobre todo aquellos que son adultos mayores, porque se generan recursos extras a sus jubilaciones que les permiten tener una mejor calidad de vida”. 

Doña Angela cuenta que cuando empezaron a entender los procesos y cuidados de los limoneros, “fue un día que los árboles iban creciendo mucho y llegó don Mario (profesional del INIA Intihuasi) empezó a cortarlos y a mí me pareció que se me saldría el alma… me decía esto no sirve, no sirve y metía tijeras, después dije que haga lo que quiera ya que, según yo, la planta iba bonita hacia arriba, pero no tenía idea porque razón había que cortarla… siempre me acuerdo de eso y ahí fui aprendiendo y entendiendo la importancia de la poda, por ejemplo”.

Giovanni Lobos, jefe del proyecto señala que, “tal como se ha apoyado a doña Angela y don Abel, se ha hecho con otros beneficiarios del programa y se seguirá realizando, ya que  el objetivo primordial de este proyecto es capacitar a los agricultores en el manejo moderno de sus huertos de limones bajo el contexto de escasez hídrica permanente y mejorar los sistemas de riego para aumentar la eficiencia del agua aplicada, todo esto a través del equipo y profesionales que participan de la iniciativa”.

Claudio Salas, director regional de INIA Intihuasi, sostuvo que, “INIA tiene un rol fundamental, a nivel regional y nacional, en la trasferencia del conocimiento y tecnologías. A través de capacitaciones y del acompañamiento entregado a los beneficiarios por parte de los profesionales que participan de las distintas iniciativas, hemos logrado que agricultoras y agricultores incorporen y adopten las tecnologías generadas o validadas por INIA.

Esto es de gran importancia ya que en nuestra agricultura familiar campesina (AFC), el nivel de adopción de tecnologías es bajo. El proyecto al cual se hace mención en esta nota ha logrado evidenciar que el modelo de extensión y transferencia tecnológica que nosotros utilizamos, es efectivo ya que ha permitido que muchos agricultores como Doña Ángela y Don Abel, realicen las mejoras agronómicas y en consecuencia obtengan beneficios económicos”.

INIA ha sido una tremenda escuela para todos nosotros, hemos aprendido mucho, hasta las personas viejas, ya que veníamos con conocimientos antiguos y no todos eran correctos. Hemos ido evolucionando, aprendiendo a sacar una buena producción, no gastar tanta agua, abonar cuando corresponda, comprando realmente los productos que le hacen bien a los limoneros. Antes nunca se la hacía análisis a las plantas, ahora a lo menos una vez al año se desarrolla un análisis foliar”, relata don Abel.

Respecto del futuro para esta pareja, lo vislumbran trabajando codo a codo junto a sus dos hijos, quienes ya han manifestado su intención de irse a vivir al Ajial de Quiles junto a sus familias, buscando, al igual que sus padres, una vida más de campo, sana y segura.

“Para mí el futuro lo vislumbro en el trabajo con las plantas como una jubilación, una fuente de ingresos extras que llega tras la cosecha y venta de los limones y que nos permite tener una vejez más digna”.

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