Desde 1982 su vida gira completamente en trabajar la tierra. Actualmente, sigue firme en su terreno, que con el pasar del tiempo se ha rodeado de casas habitacionales.
Un letrero que muestra la adjudicación de un proyecto financiado por el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) da la bienvenida al predio del agricultor de 74 años de edad Manuel Líbano.
En pleno sector residencial de La Serena nadie sospecharía que un angosto pasaje lleva a su terreno de media hectárea donde produce frambuesa, chirimoya, limón, mandarina, palta y alcayota.
“Tiene sus cosas buenas y cosas malas”, dice Manuel de frentón respecto a lo que significa estar en un sector habitacional y que en las cercanías haya un tráfico incesante de vehículos. Lo positivo es que vende exclusivamente sus producciones a un minimarket del sector El Milagro de la comuna y, además, tiene todo más a la mano. En tanto, lo negativo es que debe lidiar con la intranquilidad.
“Ahora tenemos mucho cuidado, sobre todo por la noche”, señala y detalla que ya son innumerables las veces que ha sufrido robo: “Es una lástima que vengan los amigos de lo ajeno. El año pasado nos sacaron casi la mitad de las chirimoyas; fueron selectivos, solamente se llevaron las que estaban grandes”.
Su vida ha girado en torno a trabajar la tierra. Sequías grandes —como la actual—, heladas y años de bonanza han marcado su rumbo.
“Comencé en 1957, junto a mi papá. Después me fui a terminar los estudios a Santiago y el año 82, con la crisis económica, volví”, rememora. Desde ese entonces que sigue firme y de lleno en la agricultura.
Puntualiza que el terreno familiar antiguamente era cercano a las 20 hectáreas pero que antes de que su padre falleciera las subdividió a sus hijos. Manuel se quedó con 1,5 hectáreas, y en el año 98 vendió una hectárea.
Junto a su hijo Patricio en el sector deben ser (o son) las únicas personas que aún se dedican al rubro. Ambos son los encargados de sembrar y cosechar.
“No cambiaría lo que hago”
Es un grato día de junio, el sol brilla. De jockey, lentes, con un tono de voz pausado y con una sonrisa a flor de piel Manuel se para al frente de sus plantaciones de mandarinas, con algo de cuidado a causa de sus problemas a la cadera y la espalda.
Ahí surge una conversación con su hijo en la que reflexionan sobre lo que representa para ellos la agricultura y lo que es permanecer en ella.
– Manuel: “Es bonito, es satisfactorio lo que he hecho durante todo este tiempo”.
– Su hijo Patricio: “Los micro, pequeños y medianos agricultores somos los que aportamos a la alimentación de la ciudadanía del país, con productos de calidad. Lo que producimos se queda acá en Chile. Mucha gente no ve el sacrificio que hay detrás”.
– Manuel: “Sí, eso es. No es fácil lo que hacemos. Los campesinos tenemos que estar trabajando con lluvia o sin lluvia, con sol o sin sol; para llevar el alimento a los hogares. Pero a pesar de todo eso no cambiaría lo que hago”.
Revestimiento y riego tecnificado
Ante la fuerte escasez hídrica que vive la región de Coquimbo, el evitar la pérdida de agua se hace cada vez más imperioso. En tal sentido, el 2022 fue beneficiado con el Programa de Riego y Drenaje Intrapredial (PRI) de INDAP, correspondiente al mejoramiento y revestimiento con geomembrana de su estanque de regulación corta.
Con ello logra almacenar en su totalidad el agua que le llega correspondiente a su turno del canal Bellavista. El servicio del agro lo apoyó con casi $11 millones.
“Antes el agua se infiltraba, pero ahora no se pierde nada y tenemos las reservas y la tranquilidad que ante cualquier eventualidad tendremos agua”, enfatiza su hijo.
Sumado a ello, este 2023 INDAP le está financiando una inversión superior a los $8 millones, correspondiente a riego tecnificado (también mediante el PRI).
“Todo ha sido excelente. Ha sido un aporte importante, hemos estado haciendo cambios completos. Nuestro compromiso es no fallarle al INDAP”, comenta el productor.
Mientras que Patricio expresa que “por ejemplo, lo que hicimos en el estanque es para que al final a mi papá le sirva para que en el día de mañana le sea más fácil el riego. Incluso ahora podremos poner abono a través del mismo sistema de riego por goteo; antes lo hacíamos de forma manual”.
En relación a lo que significa para el INDAP apoyar a usuarios como Manuel Líbano la Directora Regional (S) de la institución, Tonya Romero, afirma que
“conocer su caso refleja que la agricultura más allá de lo netamente productivo es también sinónimo de tradición y arraigo al territorio. Vemos que don Manuel sigue firme con sus producciones y ha heredado este compromiso a su hijo, aportando a la seguridad y soberanía alimentaria y nutricional del país. Nos llena de orgullo su trabajo y dedicación por la agricultura.
Para INDAP es tremendamente significativo saber que las obras de riego son bien utilizadas y son un aporte concreto para sus labores diarias, como son el mejoramiento y revestimiento de su estanque de regadío, a lo que se suma la tecnificación del riego”.
Por su parte, el Seremi de Agricultura, Christian Álvarez, sostiene “nos centramos en los derechos de las personas que viven y trabajan en los territorios rurales. Además, promovemos su resguardo cultural e identitario. En tal sentido, la historia y trabajo de don Manuel Líbano es un claro ejemplo de aquello, y lo destacamos por su esfuerzo y porque gracias a personas como él se logra que a los hogares del país lleguen alimentos sanos y de calidad, producidos por la Agricultura Familiar Campesina e Indígena.”.