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El dolor que aún viene de la Batalla de Cerro Grande

Por Arturo Volantines

Al cumplirse 164 años de la batalla de Cerro Grande (29 de abril de 1859) cabe preguntar por el aporte a la cultura de esta revolución en la formación cultural de Chile y, especialmente, del Norte Infinito.

No se trata de una cuestión folclórica y festiva, sino de un asunto trágico: de muerte y desgarros. Lo que corresponde es un responso. Y porque es un ejemplo incuestionable de valor: de amor por el terruño y de héroes y cementerios.

Tal como lo manifestara, el insigne poeta, Policarpo Valderrama en su texto, La Serena en la noche después de la Batalla de Cerro Grande: “…La negruzca montaña/ A cuyo ondeado pie yacen sin vida/ Tantos valientes/ De la legión guerrera:/ Ramos y Parker, Claros y Aldunate,/ Arancibia, después: Armas, Herrera,/ Y mil otros que allí yacen exánimes/ Por recobrar la libertad perdida…”.

En Atacama y Coquimbo se creó un movimiento de ampliación hacia el desierto, que se resolvió con la guerra del ’79. Copiapó, Caldera, Taltal, Tierra Amarilla, Vallenar, Vicuña y La Serena fueron focos de mucha actividad liberal: poética y pensamiento creativo al servicio del cambio. Se publicaron tantos diarios y revistas; que, Incluso, hoy, en estudios internacionales llama esto la atención.

Por ejemplo, el foco proactivo en Vicuña fue extraordinario. Se originó un movimiento radical que facilitó la aparición de la Generación Naturalista, encabezada por Gabriela Mistral. Los héroes de las guerras civiles y del ’79 se atrincheraron en Vicuña. Crearon, entre otros, a El Elquino, que generó una cultura reluciente. Hasta el día de hoy, ese patrimonio respira y aporta.

Resultó importante, para que surgiera este movimiento liberal, la creación del Liceo de La Serena. Allí estudiaron los dos primeros periodistas costumbritas genuinamente chilenos: José Joaquín Vallejo Borkoski —Jotabeche— y Nicolás Álvarez Borkoski —el Diablo político—: Eran primos y muy pobres; fueron los primeros becados del Liceo, y resultaron clave para la cultura.

La pléyade de estudiantes y profesores notables de este Liceo ha sido redentora: Los hermanos Concha, los Muñoz Godoy, los Alfonso Cavada, los Comella, los Machuca, algunos de los hermanos Matta y Gallo y varios de los mineros que crearon la exitosa industria minera de Chile.

Las revoluciones que encabezaron Pedro Pablo Muñoz y Pedro León Gallo tuvieron la importancia de crear una cultura radical y autóctona, que ensambló un nuevo Chile.

La batalla de Cerro Grande (y la Revolución Constituyente) es símbolo vivo, que hay que tener en cuenta en la hora concretar una nueva constitución y articular una nueva síntesis del país: para asegurar a las diversas culturas que forman la nacionalidad.

Sobre lo anterior, están los cientos de nortinos muertos aún sepultados en esos campos. No es chunga; hay una distancia moral con los que hacen fiesta con este dolor. Todavía: podemos percibir el dolor que viene de esos campos.

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