Barómetro de Valores e Integridad Organizacional mostró que uno de cada tres trabajadores percibe alto riesgo de que su lugar de trabajo se vea envuelto en escándalos de corrupción y el 75% dice haber recibido entrenamiento en valores y códigos de conducta.
Casi 29 mil trabajadores pertenecientes a 118 organizaciones con presencia en Chile y en el extranjero participaron de la versión 2022 de este estudio
Reconocen que están capacitándose en ética y en buenas prácticas, pero pese a ello igualmente sienten temor de que su organización se vea envuelta en escándalos de corrupción.
Estas son algunas de las percepciones de cerca de 29 mil colaboradores de 118 empresas y organizaciones con presencia en Chile y en el extranjero que se sumaron al Barómetro de Valores e Integridad Organizacional 2022, instrumento aplicado desde hace 16 años por Fundación Generación Empresarial (FGE) y que en su última medición alcanzó un récord de participación.
De acuerdo al estudio, el 75% de los trabajadores aseguró haber recibido algún entrenamiento sobre valores, comportamiento ético o códigos de conducta, y el 83% dice que estos se difunden de manera activa.
De igual modo, un 72% aseguró sentirse identificados con estos principios y el 73%, además, señaló que los directivos de su empresa actúan en esta línea, dando el ejemplo.
“Estos resultados son claves para la sostenibilidad de las organizaciones, porque cuando las personas se sienten identificadas con estos principios y actúan de acuerdo a ellos, se construyen entornos laborales más comprometidos y menos riesgosos”, precisó Fernanda Hurtado, gerente general de FGE.
Un positivo escenario que, sin embargo, deja entrever tareas pendientes y preocupaciones relevantes para las organizaciones. Así, aunque el 79% de los encuestados señaló no haber observado transgresiones a la integridad en su institución durante el último año, 1 de cada 3 reconoció percibir un alto riesgo de que su institución se vea involucrada en escándalos de corrupción y faltas a la integridad.
“Las organizaciones tanto públicas como privadas siempre están expuestas a que alguno de sus integrantes traspase los límites de la integridad y la ética, sobre todo en contextos tan cambiantes como el escenario pospandemia y el clima económico y político que vive el país. Por eso es que es tan importante abordar estos temas de manera estratégica y permanente”, asegura Janet Awad, presidenta de Fundación Generación Empresarial.
Otro de los desafíos detectados en el sondeo se refiere a la disposición a denunciar entre quienes sí han presenciado actos de incumplimiento ético, correspondiente al 3% de los encuestados. El 40% de estos reconoce que no los han reportado, mientras que un 21% no los ha reportado, pero ha intentado resolver el tema por su cuenta.
Vida familiar y discriminación
Despreocupación real por promover la vida familiar y atribuirse méritos ajenos son los conflictos con la integridad que los encuestados reconocen con mayor habitualidad -es decir, lo perciben “a veces” o “habitualmente”-, con un 22% y 21% de las respuestas.
Consultados por la frecuencia con que perciben algún tipo de discriminación, el 13% señaló que la más habitual es la de edad, seguida por la de género con un 12%. Más lejos queda la discriminación por nivel socioeconómico (10%), opinión política (10%) y nacionalidad (6%).
Impactos en la competitividad
Junto con medir la presencia, comunicación de valores y existencia de conflictos éticos dentro de las organizaciones, el Barómetro revisó la percepción sobre el impacto de la integridad en la competitividad de las empresas.
Así, un 75% de los colaboradores destacó que fortalece la marca y un 70% que refuerza el compromiso y lealtad del personal. Un 69% dijo que un comportamiento íntegro aumenta la lealtad de los clientes y el 67% afirmó que atrae nuevos consumidores.
El Barómetro de Valores e Integridad Organizacional FGE se realiza con el apoyo de la Dirección de Estudios Sociales (DESUC) de la Universidad Católica y mide la definición, vivencia y comunicación de valores empresariales; el conocimiento de las herramientas de prevención de conductas antiéticas; la presencia de conflictos éticos y el compromiso de las jerarquías con la integridad al interior de las instituciones.
La versión 2022 encuestó a 28.985 trabajadores, correspondientes un 5% a cargos directivos, 28% a mandos medios y un 67% a la base organizacional.