La capacidad auditiva de perros y gatos hace que sonidos como el de los fuegos artificiales sea muy molesto para ellos. En determinados contextos pueden desencadenar una fobia e incluso deprimir su sistema inmune.
Perros y gatos tienen una sensibilidad auditiva ampliamente mayor que los humanos. Son capaces de percibir frecuencias imperceptibles para nosotros, por lo que sonidos que nos parecen tolerables, como la pirotecnia, son altamente molestos para ellos.
Pablo Gómez, académico de Medicina Veterinaria de la Universidad San Sebastián y Máster en Etología y Bienestar Animal, aclara aspectos sobre el ruido y sus efectos en las mascotas.
No todo son los fuegos artificiales
Más allá de estos espectáculos, es importante considerar todo lo relacionado con esta festividad, como las aglomeraciones o estar expuestos a música a un volumen demasiado alta.
Al igual que los seres humanos, hay animales que se estresan en estos ambientes. Al estar asustados tienden a correr o huir y, al hacerlo, aumenta el riesgo de dañarse o extraviarse.
¿Miedo o fobia?
El miedo es una conducta evolutiva. Acciones para alejarse de situaciones que pudiesen significar un riesgo son estados fisiológicos positivos para la sobrevivencia.
Sin embargo, cuando una mascota reacciona de manera desproporcionada ante el grado de amenaza que representa el estímulo, en este caso el ruido, estamos frente a una fobia, la expresión patológica del miedo.
¿Cómo detectar una reacción fóbica?
Pablo Gómez explica que cualquier mascota, en cualquier momento, puede generar una fobia, la que se detona en un contexto.
“El ruido en sí mismo no necesariamente produce la fobia, pero, por ejemplo, si una mascota se expone a fuegos artificiales dentro de una aglomeración que la estresa; podría empezar a presentar reacciones fóbicas ante determinados sonidos. Entre estas reacciones están los ladridos, gemidos, quedarse inmóvil, defecarse u orinarse”.
Riesgos para la salud del estrés constante
El estrés es una reacción normal de un individuo frente a los cambios del medio, el problema es cuando una mascota está sometida a estrés constante, lo que presenta riesgos de deprimir su sistema inmune y hacerla más propensa a enfermedades. A su vez, los estados ansiosos recurrentes suelen somatizarse en el sistema digestivo a través de signos gastrointestinales como vómitos, diarrea e inapetencia.
La importancia de la socialización temprana
Además de la sensibilidad auditiva, el estrés de los animales ante el ruido está determinado porque no están acostumbrados a ellos.
Por eso es fundamental la socialización temprana, es decir, ayudarlos a conocer estos estímulos para que empiecen a tolerar ciertos sonidos o darles alternativas para cuando se enfrenten a ellos.
“Considerando las fiestas de fin de año, este trabajo debería empezar varios meses antes de esa fecha”, detalla Gómez.
Contener y no reforzar
El especialista aconseja que, ante una reacción de estrés, “si tomamos en brazos a la mascota, le hacemos cariño y le decimos cosas como pobrecito, estamos reforzando ese miedo. Lo recomendable es acercarnos, acompañarlos y contenerlos con acciones como una palmadita o diciéndoles tranquilo, todo va a estar bien. Parecen acciones similares, pero existe una gran diferencia entre reforzar y contener”.
Acondicionar una zona segura en casa
Independiente de la época del año, es bueno que en la casa exista una “zona segura”, un lugar donde el gato o perro sienta que está protegido. Pablo Gómez refuerza que esta zona segura se prepara con tiempo.
“La idea es que una vez definido el lugar de la casa, durante un periodo largo sea ese el sitio donde alimentemos, peinemos, relajemos o juguemos con nuestra mascota. De esta forma, asociará el lugar a recuerdos buenos y acudirá a él ante situaciones de miedo, incomodidad o sueño”.
Si el Año Nuevo se vino encima y no logramos anticiparnos, el académico recomienda que ese día se modifique lo menos posible la rutina de la mascota, para que reciba las 12 con menos estresores que puedan desencadenar una reacción que le cause sufrimiento.