Chile fue el país OCDE que mantuvo sus escuelas cerradas por más tiempo por la pandemia, lo que impactó negativamente para que niños, niñas y adolescentes dedicaran tiempo a la lectura, y aprendieran a implementar estrategias para comprender mejor distintos tipos de texto.
Saber leer y escribir correctamente es clave para el resto de los aprendizajes escolares, y para un adecuado desarrollo en sociedad. De acuerdo a declaraciones de algunos especialistas y considerando la vuelta a la presencialidad, se observa que muchos estudiantes de cuarto básico tienen una lectura muy precaria.
Si bien dentro de la región, Chile, junto a Uruguay y Costa Rica, ha liderado los primeros lugares en comprensión lectora a nivel regional por ejemplos PISA o TERCE nuestro país todavía se ubica por debajo del nivel promedio de los países de la OCDE en la prueba PISA que mide lectura a estudiantes de 15 años.
“Estamos lejos del promedio de países de la OCDE, y lejos de lo que se requiere para ser una persona alfabetizada funcionalmente. Es decir, para ser una persona que puede usar la lectura y escritura para desenvolverse adecuadamente en tareas básicas en la sociedad. Variables como la falta de acceso a libros, profesores que no leen en los colegios fueron factores”
Así lo menciona la directora académica del Centro de Investigación e Innovación en Lectura (CIIL) de la Universidad de los Andes, Pelusa Orellana “Habría que ver cuánto va a afectar esto ya que las brechas de lectura son acumulativas en el tiempo”, agrega.
La comprensión lectora es un problema que Chile arrastra hace tiempo, y que probablemente se agravará producto de la pandemia.
Incluso el tema de las pantallas también puede influir en las brechas que se produjeron, ya que las habilidades de leer online son distintas de las habilidades para leer en papel.
“Tenemos niños en cuarto básico que leen menos de lo que leía un niño en primero básico. Es decir, todavía tienen problemas para identificar letras del alfabeto y por lo tanto, no pueden decodificar adecuadamente un texto, y si no pueden decodificar menos pueden comprender”, menciona Orellana en base a las últimas investigaciones realizadas por el CIIL.
El retraso lector, uno de los factores que ayuda a clarificar el nivel de aprendizaje en los alumnos, también es categórico, y que se vio afectado por la pandemia.
“Si antes de la pandemia era esperable que menos de la mitad de los estudiantes de un curso de primero básico mostrara algún retraso lector, hoy es casi la totalidad del grupo, y esto es transversal, independientemente del nivel socioeconómico, en todos se observan retrasos importantes”, menciona la académica.
Justamente en quienes más impacto ha habido es en aquellos estudiantes que ahora están en tercero o cuarto básico, porque justamente “todo el proceso del aprendizaje lector que ocurre en primero y se consolida a fines de segundo lo vivieron en pandemia, y el no estar en contacto presencial, con un profesor monitoreando los avances del niño, afectó ese aprendizaje lector”.
MEDIDAS
La académica hace referencia a datos “contundentes” respecto de la importancia y el impacto positivo que tiene el volumen lector, o sea, la cantidad de minutos diarios que una persona le dedica a leer.
1) Un estudio de fines de los años 80 mostró que la exposición de palabras a través de la lectura es radicalmente distinta dependiendo de la cantidad de minutos diarios dedicados a la lectura.
Por ejemplo, un niño de quinto básico que lee un minuto y medio al día durante toda su escolaridad va a haber conocido cerca de 800.000 mil palabras, mientras que un niño de ese mismo curso que lee 60 a 65 minutos al día, aunque no necesariamente ininterrumpidos, habrá estado expuesto, a fines de la escolaridad, a 4,8 millones de palabras.
Esa es la brecha que existe en cuanto a conocimiento de palabras y ese volumen lector se traduce en que probablemente ese niño tiene un vocabulario más grande y desarrollo lingüístico muy inferior, tanto en su lectura oral como en la silenciosa.
2) Enseñanza estructurada en las estrategias para la comprensión lectora, que parten siempre por ser explícitas y modeladas por el profesor, con una definición consistente y espacios de práctica guiada, para luego ser colaborativa y finalmente individual.