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Centro Semicerrado La Serena: 15 años al servicio de la reinserción de los jóvenes en conflicto con la justicia

Este modelo de recinto, que implica la pernoctación de los adolescentes y un plan de intervención para asegurar su desistimiento delictivo, deberá reconvertirse una vez que se implemente el futuro Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil, que dará fin al Sename.

Desde junio del año 2007 se encuentra vigente la Ley 20.084 que establece un sistema de responsabilidad de los adolescentes por infracciones de la ley penal, también conocida como Ley de Responsabilidad Penal Juvenil. Es parte de un derecho penal especial para adolescentes entre 14 y 17 años, en que se les reconoce mayores derechos y garantías que al común de las personas, con el fundamento de que, por ser personas en proceso de desarrollo, necesitan mayor protección jurídica de sus derechos.

Bajo ese alero, el 28 de mayo del 2007 entra en funcionamiento el Centro Semicerrado de La Serena (CSC), Tal como su nombre lo indica, es una sanción privativa de libertad que consiste en la pernoctación parcial del adolescente en un recinto y un programa de reinserción social, decretada por un tribunal de justicia.

¿Cómo se implementó este centro? A quince años de este hecho, conversamos con algunos de sus protagonistas. Una de ellas es Roxana Palma, jefa administrativa del recinto, quien forma parte de la historia del CSC desde el primer día.

“Yo trabajaba en una empresa eléctrica en el barrio industrial y lo que más me incomodaba eran los horarios, porque mi hija estaba pequeña y sólo la veía durmiendo. Entonces, empecé a buscar trabajo y me enteré del concurso por una tía, yo no tenía tiempo para ir a dejar los papeles, pero el chofer de la empresa los llevó”, comenta Roxana, quien tras el paso de varios meses y de una extensa etapa de selección, quedó en el cargo de encargada de personal.

El 28 de mayo del 2007 fue el primer día de trabajo, uno que ella no olvidará jamás. “Iba súper contenta a trabajar y cuando vamos doblando hacia la Dirección Regional, en calle Colón, nos encontramos con los funcionarios con globos negros y la oficina encadenada, protestando por aumentos de grado. Eso me dio mucho miedo, pensé que me iba a quedar sin trabajo el primer día”, recuerda la profesional.

El Hotel Pucará

El CSC La Serena ocupa las antiguas dependencias del Hotel Pucará, ubicado en calle Balmaceda. El desafío de reconvertir el inmueble en un centro para jóvenes en conflicto con la justicia fue todo un desafío, tal como lo recuerda Roxana. “Estaba todo hecho un desastre: había árboles y ramas que llegaban hasta el techo, muebles por todos lados, en la cocina estaba todo lleno de loza y en esa oportunidad íbamos todos de punta en blanco y nos tuvimos que poner a limpiar y quedamos llenos de tierra”.

La sorpresa se la llevaron un par de días después, revisando los cajones de lo que fue el bar del hotel. “Limpiamos el patio, sacamos la maleza con rastrillo, con las manos, empezamos a sacar la loza, a lavar todo con cloro, nos demoramos como una semana en dejar todo limpio. Un día nos pusimos a revisar los cajones y ahí fue donde encontramos una bolsa llena de monedas. Era mucha plata, me imagino que eran las propinas que quedaron ahí. Llamamos al dueño del inmueble, quien contó el dinero y nos dio la mitad para que nos hiciéramos un asado. Fue un ingreso muy trabajado pero entretenido, porque nos ayudó a estrechar lazos”, comenta la funcionaria.

El primer joven nunca se olvida

Alrededor de un mes después de la instalación del centro llegó el primer joven condenado, de nombre Manuel, quien actualmente debe tener 31 o 32 años. “Manuel era como un chiche, no recuerdo si era de Ovalle o de Los Vilos, pero esa vez salió hasta en el diario como un “cajero humano” porque se había robado algo y se tragó la plata. Una vez se arrancó y hasta las manipuladoras de alimento salieron al terminal de buses a buscarlo. Andábamos todos atrás de él sin saber mucho qué hacer”, rememora Roxana.

Patricia Alfaro, actual directora regional (s) del Sename Coquimbo, en ese entonces dirigía el Centro Cerrado (CIP-CRC) de Las Compañías. Al respecto, agrega que “nuestro rol como equipo directivo del CIP-CRC fue de inducción y de realizar un trabajo complementario con el Semicerrado, ya que los jóvenes que eran sustituidos en su sanción no presentaban delitos graves y ya habían desarrollado un proceso de intervención con nosotros”.

Relatos de reinserción durante estos quince años hay varios, tal como señala Roxana, “hay un joven del que me acuerdo perfectamente porque tenía un problema de discapacidad en una mano y se casó, tiene su señora, su hijo. Su historia es súper bonita porque él salió adelante gracias a la familia de la polola, de hecho, ellos eran los que venían al centro cuando se hacían los talleres multifamiliares y ahora está súper bien”. También tiene en su memoria a Ángela, una de las primeras mujeres en el sistema “ella había vivido episodios complejos y cuando egresó, dos años después vino al centro al presentarnos a su niñita. Durante estos años se han dado historias súper bonitas, había jóvenes a los que nunca le habían celebrado cumpleaños y acá los festejamos y fueron súper felices”.

Y aunque quisieran que todas las historias tuvieran un final feliz, hay hechos que han marcado a los funcionarios del centro, como aquella ocasión en que les tocó cuidar a un joven con VIH. “Estuvimos con él y su familia en todo su proceso, nos tocó verlo enfermo y finalmente falleció por una neumonía”, recuerda la funcionaria, agregando que “cuando hay jóvenes que fallecen en manos de otros o se suicidan también es súper triste, da pena porque uno siempre espera que salgan adelante, pero a veces hay cosas que escapan a nosotros”, reflexiona. Para los funcionarios del centro, cada adolescente es como cualquier otro, porque “siempre tenemos presente la historia que traen detrás”.

Uno de esos jóvenes es Edgardo (19), quien quiso dar a conocer su opinión respecto al trabajo que realizan los funcionarios del CSC. “Me gusta la atención de los tíos y el apoyo que nos dan. Me gustan los talleres que se hacen acá, son muy entretenidos e importantes”, recalcó.

Los desafíos del nuevo servicio

Tal como lo señaló el Presidente Boric en su Cuenta Pública, uno de los desafíos de su mandato es poner suma urgencia al proyecto que crea el Servicio de Reinserción Social Juvenil, el cual pondrá fin al Servicio Nacional de Menores y con ello, al Centro Semicerrado, o al menos como se conoce actualmente. Lo anterior, dado que la nueva institucionalidad considera la reconversión del régimen semicerrado en una Libertad Asistida Intensiva, con énfasis en el trabajo en red.

Así lo explica Dámaso Lagos, director del centro hace casi una década, “el principal desafío es fortalecer el trabajo intersectorial y territorial en el contexto de reinserción de los jóvenes. Poder integrar la experiencia de estos quince años de semicerrado con un funcionamiento parecido a la libertad asistida, ya que si bien incluye pernoctación tiene una mirada diferente, donde el foco está puesto en el trabajo en reinserción y en el contexto de los jóvenes. Esto implica una gran oportunidad, pero también un gran desafío de trabajo en red”.

Dentro de ese mismo ámbito, la directora regional (s) del Sename Coquimbo agrega que “como servicio ya nos estamos preparando a nivel regional para ir desarrollando y fortaleciendo estas competencias en las y los funcionarios, pensando en los desafíos que nos impondrá el nuevo Servicio de Reinserción Social Juvenil. Es por eso que ya se están licitando capacitaciones sobre trabajo en red, herramienta fundamental para poder implementar la libertad asistida intensiva, además de estar preparándonos desde el punto de vista técnico y administrativo”, señala Patricia Alfaro.

En tanto, Roxana Palma señala –con evidente emoción- que con sus compañeros del CSC siguen trabajando día a día con la misma vocación que ha marcado estos quince años. “Continuamos trabajando con ánimo y organizando cosas, nos complementamos y tratamos que todos los días sean lo menos complicado. Afortunadamente tenemos un buen equipo de trabajo, todos son alegres, colaboradores, nos complementamos y apoyamos. A mí me gusta mucho mi equipo, he tenido momentos malos, pero también otros súper gratificantes, me gusta mucho mi trabajo, lo reconozco y lo digo desde el alma y me gusta lo que se hace, me gusta con quiénes trabajamos, independiente que la gente no lo entienda, nosotros venimos todos los días y le ponemos empeño. En estos quince años he sido feliz”.

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