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Amanda Durán: “Veo a Dios como esa construcción imposible que justifica muchos males pero que también tiene esa cuota de esperanza y de belleza”

Se trata de una de las poetas más destacadas de su generación. Amanda Durán (1982) es escritora y artista visual. Su obra ha sido prologada por autores como Nicanor Parra, Patricio Manns y Luna Miguel. Ha sido publicada en Perú, España, Chile, Uruguay y Argentina. Asimismo, ha participando de antologías en Suecia, Francia, Guatemala, México y Canadá.

Entre sus publicaciones se encuentran Zona Primavera, Ovulada, libro publicado en Chile (MAGO Editores), España (Amargord Ediciones) y Perú (Altazor Ediciones); Antro; misa para señoritas, presentado en Uruguay (La Propia, Cartonera), Argentina (Arbolanimal) y Chile (Ediciones Colectivas periféricas) ; La Belleza, España (Amargord Ediciones) y Nudo en Chile, (MAGO Editores) texto que reúne un extracto de sus últimos tres obras y que presentará en la Feria del Libro de La Serena el domingo 24 de abril a las 20.00 horas. El evento es financiado por el Fondo del Libro Convocatoria 2021 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y producido íntegramente por la Municipalidad de La Serena. El lema de este año es “Leer es sanar. Profesora Oriana Mondaca”, en homenaje a la recientemente fallecida docente y escritora.

En entrevista exclusiva la poeta nos habla sobre lo que será su participación en el certamen literario, sus inicios e influencias, su opinión sobre el estado actual de la literatura en Chile, entre otros relevantes temas

¿Qué referencias tiene de la Feria del Libro de La Serena?

“La mejor referencia. Es un feria que tiene más de 30 años de vida y uno de los espacios más importantes del país para la difusión de autores, pero sobre todo abre una puerta a un espacio importante para que leamos a autores de Coquimbo, y no sólo para ser leídos quienes son de afuera, sino que para tener presente a escritores importantes de la región. Es una feria que siempre sentí sería un honor que me invitaran”.

Sobre su trabajo, ¿cómo surge su interés por la literatura y escritura?

“Ha sido bastante orgánico mi interés. Soy de una familia de muchos profesores. Mis abuelos fueron profesores normalistas, mi mamá profesora de arte, mi hermana lo mismo, y yo me relacioné desde chica con muchos libros, con una biblioteca familiar exquisita, que era un cuarto con una bodega donde estaban los libros y yo iba y pasaba tardes enteras con Marcela Paz, en los tiempos que recién empezaba a leer, y también pasó que hubo un periodo súper difícil de mi infancia donde mis papás se separaron, pero no fue eso en particular lo difícil, fue que yo no iba a vivir con ninguno de ellos, sino que con mis abuelos, y caí en una depresión infantil que mi abuelo sanó leyéndome La mamadre de Neruda. Me acuerdo gráficamente de ese momento y cómo terminé llorando cuando Neruda mostraba la Mamadre, a esa madrastra, y cómo describía la pobreza, la tristeza con ese romanticismo y esa belleza del sur y las tempestades. Ahí mi abuelo vio mi interés en la poesía y me regaló un cuaderno para que escribiera mis propios poemas y empezó sábado a sábado a llevarme al patio con una grabadora a hablarme de poesía, escribíamos poemas en el acto, me llevaba a pasear a hablarle a los árboles. Una vez me preguntó qué le diría a la lavadora si esta hablara. Fue una infancia llena de poesía. Y mi mamá también cuando estaba con nosotros me leía a Parra y Zurita”.

¿Cuáles son sus principales influencias?

“Creo que cada etapa tiene referentes propios porque es un diálogo que va mutando. Cuando era muy niña, en la etapa en que mi abuelo empezó a llevarme a diálogos con otros autores, era Neruda, Gabriela Mistral de Ternura, libro que me encantó. Esta relación con la lucha social y la infancia vista desde esta profesora rural llena de ternura. Parra también y Pablo de Rokha fue un gran referente por mucho tiempo para poder escribir sin censurar, y en menor medida Vicente Huidobro porque me llamaba más la atención la poesía con calle, con olor a tierra, menos la de salón, claro que años después valoré a ese Vicente, pero al mismo tiempo llegaron otros autores que me impresionaron como Tellier, Stella Díaz Varín, Teresa Wilms Montt, Lihn, y de más adulta a mis pares dentro y fuera de Chile”.

Publicó su primer libro a los 12 años, ¿Cómo se gestó eso?

“Yo tenía muchos escritos por los talleres que hacía mi abuelo. Mi modo de relacionarme con la poesía fue así, con esta libreta tipo diario de vida en el que no había límites para escribir o para jugar con dibujos o con imágenes, pero desechaba muchos poemas, y a los 12 años mis papás hicieron un recorrido con todos los poemas desechados y me propusieron hacer un libro. Yo no le tomé el peso, y propuse que fuera el mismo Parra que hiciera el prólogo, porque era niña y no tenía idea de lo difícil que era conseguir que un autor así leyera tu trabajo, y creo que todo se dio con la editorial Ril que fue una editorial preciosa con la que trabajamos con Daniel y Leonora, y fue muy entretenido, mi mamá hizo las ilustraciones, entonces es un libro muy rico para mi memoria, para mis recuerdos”.

En su libro Nudo, que presentará en la feria, hay una marcada presencia de la madre y el padre, ¿qué hace que estas figuras estén tan presentes en su obra?

“Creo que la misma ausencia de padre y madre, la falta me hizo observarlos muy objetivamente, desde lejos, y ver las heridas que había en mi familia en la paternidad y en la maternidad que yo sumí al transformarme yo en la madre, y creo que tiene que ver con los fantasmas de una familia llena de heridas”.

Otra de las características de Nudo que llamó mi atención fue su manejo del erotismo, ¿cómo lo integra a su poesía?

“Siempre ha sido un tema del que no he sido muy consiente que creo que se ha dado de un modo natural al no tener estos límites, como te comentaba al escribir con la libertada del diario de vida, y trabajar mucho con el cuerpo como el material deshumanizado en el que hay algo mucho más grande dentro y que quiere manifestarse, y el cuerpo como límite le impone piel, carne, uñas, y hay mucho zoom a estas partes del cuerpo que interfieren”.

En su poesía está presente Dios, ¿qué significa para usted esa figura, ese concepto, y cómo se involucra en su obra?

“Como muchos fui educada en una familia en la que Dios estaba presente desde un lado, pero también tenía otro lado muy marxista y crítico a la religión. Recuerdo rezar todas las noches y pedirle a Dios temas como, por favor, hazme querer a mi padre, o temas que en los que una divinidad podía supuestamente interferir. Veo a Dios como esa construcción imposible que justifica muchos males pero que también tiene esa cuota de esperanza y de belleza. Hay algo entre lo sombrío y lo brillante”.

Otra de las temáticas que se observa en su libro es la presencia de la dictadura, ¿de qué manera marcó su poesía este periodo oscuro de la historia de Chile?

“Muchísimo, marcó mucho mi vida. Fui muy consiente desde muy chica de que vivíamos en dictadura. La ausencia de mi madre tuvo que ver con esta clandestinidad y este régimen cruel en el que vivíamos y era imposible no relacionar eso con una infancia que debía estar más ligada a la ternura y alegría, cuando en las calles veías a carabineros golpear a los niños y lo subían a las micros, como si la vida de ellos no valiera nada. Recuerdo escenas de ese tipo que, si bien no eran secuestros de adultos, para mí era muy impactante ver el nivel de violencia que había hacia la pobreza y el castigo hacia la libertad. Marcó mis relaciones familiar y afectiva”.

Aparte de escribir poesía usted pinta, ¿cómo conjuga ambos lenguajes?

“Creo que están muy unidos, porque en mi poesía hay mucho de colores y de esto que te contaba de hacer zoom a la piel, a la carne. Hay mucho de imagen, y cuando estuvimos en pandemia, que fue cuando me lancé a la pintura, porque antes dibujaba de manera muy personal, no podía escribir. Estábamos viviendo un momento tan tenso y tan difícil que la escritura la autocensuraba, y decidí escribir con los pinceles y pintar a mujeres, amigas, en las que veía una mirada de fuerza, para, de algún modo, mostrarles que estaba con ellas y que ellas estaban conmigo. También pinté a mi mamá, a mi hermana, referentes femeninos muy importantes para mí y los llene de colores y creo que mi pintura tiene mucho que ver con cómo escribo poesía, van muy relacionados”.

Chile ha cambiado en cuanto al mundo editorial se refiere. Han emergido muchas editoriales independientes que han permitido que muchos autores puedan publicar. En ese sentido y con toda la cantidad de poetas existentes, ¿qué opina del estado actual de la poesía chilena, en especial de los jóvenes?

“Las editoriales independientes que cuando nosotros éramos más jóvenes existían, pero en mucho menor medida. Son una puerta abierta, una casa propia de la poesía porque nadie apuesta más y con tanta entrega a la elaboración de estos libros, sobre todo los de nuevos autores. Hay muchas voces diversas, hay una poesía menos estructurada como un diálogo único, y hay muchos diálogos diferentes manifestándose en el mismo momento. Creo que es súper importante el momento que vivimos, no solo por eso, sino que también por las redes sociales, internet que también nos ayuda a encontrar a autores más fácil que antes, no tenemos la escusa de que no conocemos nuevos autores porque no tengo acceso a ellos, y es una enorme posibilidad para que los nuevos escritores aprovechen y que al menos nosotros estamos disfrutando como lectores. Y no puedo dejar de mencionar ahora que hablas de las editoriales independientes a una editorial con la que he trabajado mucho y a la que tengo mucho cariño que es Mago Editores, y que a pesar de la importante presencia que tiene, no deja de ser una editorial a pulso, de Max y Jessica, a quienes valoro muchísimo por su visión, porfía y que cumple 20 años por lo que les mando un abrazo gigante”.

¿Qué nos puede adelantar acerca de su presentación en la Feria del Libro de La Serena?

“El libro que llevo a La Serena es Nudo, que es un viaje por tres libro; Ovulada, Antro y La Belleza y juntos hacen un solo recorrido de la vida, pero también de la muerte. Es un solo hilo que los ata, la madurez que va cobrando la palabra poética. Pero lo que más me gusta de esta presentación en La Serena es que serás tú, Cristián Brito, quien lo presentará, que eres un poeta que ha meditado y buscado en el limbo de la poesía y la muerte y me provoca mucha curiosidad, ansiedad e ilusión ver qué resulta tu lectura de este libro”.

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