El académico de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Cristián Parker, asegura que la encuesta de Adimark que revela que un 69% cree que hay que sacrificar a la familia por el empleo, refleja que en la práctica no existen opciones para que los sectores más desposeídos puedan compartir más con sus seres queridos, pues deben asumir labores adicionales o cumplir con horas extras para sobrellevar un costo de vida que va en aumento.
“La mayor parte de la fuerza laboral de los chilenos tiene sueldos menores a 300 mil pesos mensuales, por lo que están obligados a trabajar más, se trata de un sistema laboral que atenta contra la vida familiar”, explica. Asimismo explica que en el país se ha instalado la creencia de que un empleado es más valorado por su jefatura si trabaja más horas.
Un 69% de los chilenos está de acuerdo con la afirmación: “para progresar laboralmente hay que sacrificar el tiempo con la familia”. Esa fue una de las conclusiones de un sondeo aplicado por Adimark a cuatro mil ochocientas personas mayores de quince años.
El sociólogo y académico del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Cristián Parker, descarta que los resultados del sondeo estén indicando que los chilenos se han tornado más “exitistas” y que valoren menos a sus familias.
“La vida familiar sigue siendo un valor central para los chilenos, incluso bajo los nuevos parámetros no tradicionales de hacer familia. El problema es que nuestro sistema laboral atenta contra la familia, la va destruyendo y horadando”, sostiene.
En este contexto, explica que los segmentos más desposeídos no tienen otra opción que trabajar más que el resto, para obtener los recursos básicos que le permitan solventar a su grupo familiar. “El costo alternativo de trabajar menos para una persona muy mal remunerada, con el sueldo mínimo o poco más que eso, es ganar menos, lo que se convierte en miseria y hambre para las familias”, afirma. “La mayor parte de la fuerza laboral de los chilenos tiene sueldos menores a 300 mil pesos mensuales, por lo que están obligados a trabajar haciendo horas extras y realizando otras labores de manera independiente”, agrega.
Esto coincide precisamente con el estudio, pues es en los segmentos medios y medios bajos donde más se percibe esta incompatibilidad trabajo-familia. Según Parker es esto lo que explica que un 72% de los C2 y un 71% de los C3 estén de acuerdo en que hay que sacrificar tiempo familiar para progresar en el trabajo.
Por otro lado, el Dr. Parker explica que en paralelo se ha instalado la creencia en nuestra sociedad que establece que el trabajador es más valorado por sus jefaturas en la medida en que destina más horas a su empleo, independiente de que esto implique una mayor o menor productividad.
“La gente considera que estando más horas en el trabajo va a progresar más y, por lo tanto, tener más dinero para su grupo familiar, aunque eso signifique abandonarla”, sintetiza.
A su juicio, todo este cuadro refleja una gran desigualdad, ya que solo quienes perciben mayores recursos podrían optar por dar más preponderancia a su convivencia familiar o a su carrera profesional, cosa que para el resto ni siquiera sería una alternativa.
“La inmensa mayoría no cree que esto sea bueno, pero está obligado a hacerlo, en función de que les vaya bien”, concluye.