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Chile y Colombia comparten experiencia sobre alimentación en desastres

Un estudio de la Carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica fue publicado en Colombia, con el objetivo de compartir modelos de intervención alimentaria en condiciones de incendio, terremoto, aluviones y otros desastres.

Un estudio sobre alimentación en situación de desastres desarrollado por la Carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica, publicado en Colombia; comparte modelos de intervención alimentaria de emergencia en lugares de alta vulnerabilidad frente a catástrofes. Desde 2017, UC organiza Jornadas de Alimentación en Situación de Desastres para socializar mejores protocolos y prácticas de intervención.

Según la Constitución de Chile, “un desastre es un evento o conjunto de eventos, causados por la naturaleza o por actividades humanas durante el cual hay pérdidas humanas y materiales”. Los desastres pueden clasificarse según causas internas, como pueden ser huelgas, infecciones, intoxicaciones, incendios, entre otros; y externas, como es el caso de aluviones, terremotos, tsunamis, erupciones, volcánicas, incendios forestales, entre otros.

Chile al estar ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico es una de las zonas más sísmicas del planeta. Eventos telúricos ocurridos en Valdivia en el año 1960 y en el 2010 en la zona centro sur, se catalogaron como los más importantes por su intensidad a nivel mundial. Además, en el ámbito vulcanológico, nuestro país posee más de dos mil volcanes que se distribuyen a lo largo de su geografía, de los cuales 2 están catalogados como los más activos de Sudamérica, constituyendo un riesgo permanente de las comunidades aledañas. Por otro lado, el cambio climático ha sido el responsable de grandes aluviones de agua y barro que han sepultado ciudades como Chañaral en el año 2015.

Dado esta amplia variedad de desastres, los efectos en la situación alimentaria y nutricional, son igualmente diversos. Dependiendo del tipo de desastre, la duración y extensión, y del estado nutricional de la población impactada, la intervención urgente en estas condiciones, es imprescindible. Para Cristián Hermosilla, docente de la Carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica, Jefe Área Alimentación Colectiva y autor del estudio “Estrategias de atención alimentaria en desastres, experiencia en Chile”, los terremotos tienen poco efecto sobre la disponibilidad de alimentos a largo plazo, las inundaciones y los tsunamis afectan directamente la administración alimentos por destrucción de cosechas, muerte de ganado y animales domésticos y destrucción de los alimentos almacenados, no obstante; en ambos casos, “un desastre siempre genera la desorganización de los medios de transporte, de comunicación y la rutina social y económica, dificultando el acceso a alimentos por parte de la comunidad afectada, haciendo perentoria la intervención oportuna y organizada con planes de alimentación en situación de desastre”.

El académico asegura que la capacitación en temas de alimentación en desastres, es un aspecto altamente valorado en la formación de nutricionistas, dadas las condiciones de riesgo y vulnerabilidad de muchas comunidades en Chile. Para el especialista, los objetivos centrales apuntan a prevenir la desnutrición de la población afectada, planificar el tratamiento y el manejo de los casos de desnutrición que existían antes del desastre o que se desarrollen de forma aguda y que se harán evidentes durante las operaciones de ayuda, y proporcionar ayuda inmedianta a grupos de alto riesgo nutricional mediante la entrega de 3 o 4 kg de alimentos por persona para una semana, cubriendo las necesidades energéticas.

El propósito de un plan de alimentación en desastres es asegurar su inocuidad y evitar las Enfermedades de Trasmisión Alimentaria(ETA). Asimismo, debe procurarse el abastecimiento de agua esencialmente salubre. Para ello, Hermosilla explica la importancia de activar un protocolo para inspeccionar las condiciones de los alimentos disponibles, sean frescos o procesados, verificar las unidades de transporte y los espacios de almacenamiento (ventilación y luz), revisar fechas de vencimiento de productos no perecibles y evitar el contacto de las reservas con el suelo mediante el uso de tarimas.

El manejo de desastres considera 4 etapas de acción: administración de la emergencia, rescate, reconstrucción y pre desastre. “En esta última etapa, es en la cual se realiza la evaluación de los riesgos, identificándose las vulnerabilidades y planteándose los planes de contingencia. Precisamente este plan de trabajo es el que hemos difundido desde 2017 en nuestras Jornadas de Alimentación en Situación de Desastres, que se repetirá en 2019 y que busca desarrollar conocimiento y habilidades para la implementación de estas acciones, con apoyo de trabajadores de la salud, así como también rescatistas y voluntariado civil”, aseguró Hermosilla.

La experiencia del equipo de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica, fue difundida en un estudio publicado en la Revista Salud el Bosque de Colombia.

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