InicioOpiniónOpinión: Gabriela Mistral celebra YouTube para el estudiante autodidacta

Opinión: Gabriela Mistral celebra YouTube para el estudiante autodidacta

Ya no es novedad que vivimos en una época que desconcierta a muchos. Viejas y arraigadas costumbres van cayendo en desuso, y son reemplazadas por otras que despiertan un rechazo abierto o encubierto, principalmente en los adultos y en las personas mayores. Se dice con cierta resignación: ‘la tecnología digital está cambiando el mundo’. Sin embargo, dicha expresión ya está obsoleta. Más preciso es decir, el mundo cambió. Y cambió para siempre. Aunque a los adultos, tal vez, nos parezca esta última expresión, demasiado categórica. Pero basta una mirada al mundo de los jóvenes y de los niños, para que no nos quede más remedio que aceptarla.

A Gabriela Mistral, al contrario de lo que pudieran pensar, los que aceptan las imágenes de vieja seria que de ella nos han vendido, tan lejanas a su verdadera personalidad, alerta al acontecer educativo y social, y siempre abierta a las nuevas realidades, los cambios no la atemorizan, pues está siempre atenta mirando con su corazón “vuelto a lo venidero”, preocupada de la educación de las mujeres, las niñas y niños, y de los obreros y campesinos. Por ello, frente a los cambios que se venían puede decir de manera abierta y resuelta:

“Al hogar de la palabra, que llamamos Escuela o Colegio, ha llegado un competidor formidable: la Imagen…

Creo que el cine es el acontecimiento de mayor bulto que ha venido a llamar a las puertas de las escuelas, colegios y universidades…

Lo que está dando ya la enseñanza visual es admirable para los adultos y toda una fiesta para los escolares que disfrutan cada día de las maestras mayúsculas que se llaman Imagen, Color, Relato oído y Visión gozada”.

Gabriela Mistral, que tuvo la necesidad, siendo una maestra adolescente, de enseñarse a sí misma mientras enseñaba a jóvenes y adultos, conoce de primera mano el desafío arduo que representa el formarse de modo autodidacta. Aprender sola, aferrada a sus libros, sin una sabia guía que evite los extravíos en materias obsoletas, o de escaso valor intelectual y moral.

Por ello, así se refiere a la realidad, heroica y huérfana de toda ayuda, del estudiante autodidacta:

“Mucho pueden dar el buen cine y la televisión a los estudiantes normales, pero hay algo más: existe un alumnado al cual yo conozco bien y es el del estudiante libre, es decir, el autodidacta. Este es precisamente el más heroico y el más digno de ser ayudado…

Ninguna época tuvo como la nuestra ocasión tan preciosa y ancha para educar a las masas haciendo llegar la cultura hasta el último reducto de una cordillera y hasta las cárceles, donde no se da a centenares de presos la ocasión de aprender un oficio, ni leer un libro sano, ni de ver una película que les muestre las maravillas que logra el trabajo de los hombres normales y las otras mayores que alcanzan los sabios de nuestra época”.

Tal cual ha sido. Nuestra época se llenó de la magia de las imágenes, las que cambiaron para siempre el mundo educativo normal.  Aunque él todavía parece no haberlo advertido en toda su tremenda magnitud. Hoy junto a las tradicionales bibliotecas, aparecen estas nuevas fuentes de conocimiento: abiertas, gratuitas, globales. Los Googles y YouTubes representan una tremenda oportunidad para niñas y niños; para chicas y chicos, los que cada vez más acuden a estos prodigios para saber y aprender lo que a ellos les interesa. Desde asuntos triviales, del día a día, hasta oficios y aprendizajes técnicos variados. Con toda seguridad, las Escuelas y las Universidades, en cien años, o menos, ya no existan como las conocemos hoy, o simplemente, no existan más. Se reduzcan solo a formación de conocimiento muy especializado. Pero la educación de los diferentes oficios y profesiones acorte camino hacia esta fuente global y gratuita. No obstante, Gabriela Mistral, tiene mucha razón, cuando advierte la falta de guía que representa el autodidactismo. Mucho hay en la red digital global al acceso de la curiosidad de los jóvenes. El desafío es cómo acreditar que la información y el conocimiento son correctos y fieles a la disciplina en cuestión.  ¿Cómo apoyar y guiar en ese mar proceloso de calidad y basura digital? Constituye todavía una tarea pendiente.

Sin embargo, a pesar de ello, fiel a su permanente defensa de la libertad y los cambios beneficiosos que a ella siempre acompañan, termina apostando, sin vacilación ni temor alguno,  por estos nuevos medios:

“Todos los grados de la enseñanza, repito, desde la infeliz escuela primaria hasta las universidades de los países pobres, pueden alcanzar la eficacia y la realización de sus finalidades con tal que llegue un día a ellas una ancha dotación de estos auxiliares magistrales: Radio, Cine y Televisión.”

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