La investigación de científicos chilenos, argentinos y europeos fue premiada, recientemente, por la Sociedad de Ecología Norteamericana debido a la importancia de sus resultados. Los expertos llaman a prevenir la propagación de especies exóticas a través de buenas prácticas en actividades como el turismo.
Hasta ahora, las plantas exóticas rara vez se encontraban en elevaciones y latitudes elevadas. Un experimento realizado en los Andes de Punta Arenas, Chile, y en los Alpes Escandinavos de Suecia, reveló que las especies de plantas invasoras pueden sobrevivir en zonas frías extremas debido a la intervención humana y a fenómenos como el cambio climático. El estudio publicado en el año 2016, fue premiado recientemente por la Sociedad de Ecología Norteamericana con la designación de “publicación sobresaliente – Premio W.S. Cooper” en el ámbito de la ecología de plantas.
“Hemos demostrado que existe una alta probabilidad de que los ecosistemas de clima frío presenten aumentos rápidos en las invasiones de plantas en el futuro cercano, esto debido a la interacción sinérgica entre la acción humana y el cambio global, que incluye al cambio climático. Por ello es fundamental establecer medidas preventivas y de bioseguridad para frenarlas a tiempo”, afirmó Aníbal Pauchard, uno de los coautores del estudio y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas, iniciativa del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y de la Universidad de Concepción.
Para el experimento se utilizaron 10 especies de plantas invasoras, cuyas semillas se instalaron en 2013 en los Scandes de Suecia y en 2014 en los Andes de Chile, a distintas alturas desde el nivel del mar en dichas montañas. Los investigadores analizaron de qué manera la combinación de factores como la temperatura, el nivel de nutrientes en el suelo, la perturbación humana, entre otros, puede promover la invasión de plantas en ambientes fríos.
Para sorpresa de los científicos, las semillas lograron sobrevivir y prosperar. “Un año después de haber instalado las parcelas experimentales en ambos continentes, constatamos que las plantas no nativas se establecieron, crecieron y florecieron en estas montañas a gran latitud, muy por encima de sus límites altitudinales actuales”, detalló Pauchard.
Una de las formas – más insospechadas – de propagar especies exóticas en las montañas es a través del uso que hace el humano de estos ecosistemas, ya sea para fines productivos o recreativos. La construcción de infraestructura o caminos, y actividades turísticas como el senderismo, excursionismo (trekking) o ski, modifican las condiciones del suelo y fomentan el trasporte accidental de especies no nativas a zonas donde no se encontraban antes.
Dicho de otra manera, un turista proveniente de otra región o continente puede trasladar – sin saberlo- semillas exóticas en sus zapatos o en los neumáticos de su automóvil. Esto ha llevado a países como Nueva Zelanda a implementar medidas de bioseguridad, como la limpieza de ropa, calzado y equipamiento antes de admitir el ingreso de personas a áreas naturales.
En definitiva, la combinación de factores climáticos (como el aumento de la temperatura) y la intervención humana (que promueve la perturbación en el ambiente) configuran un fenómeno complejo que amenaza aún más a la biodiversidad.
“Este estudio demuestra que, para enfrentar preguntas complejas sobre la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas en una era de globalización, necesitamos estudios inter-hemisféricos que reúnan a investigadores y ecosistemas de todo el mundo”, concluyó Pauchard.