El arquitecto especialista en ordenamiento territorial y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Carlos Muñoz, afirma que situaciones como el sistema frontal que afectó a Coquimbo son permanentes en el país, pero solo se atienden cuando se desatan.
“El político entiende perfectamente que los instrumentos de planificación urbana y territorial no tienen mayor visibilidad, por lo que no se preocupan de moverlos en los tiempos que deberían. No hay mayor presión al respecto”, apunta.
Precipitaciones provocaron una serie de complicaciones en la Región de Coquimbo, dejando dos muertos y miles de afectados.
Al respecto, el arquitecto especialista en ordenamiento territorial y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Carlos Muñoz, emergencias como esta retrotraen a otras situaciones de crecidas de ríos e incendios forestales, de carácter permanente en el país.
El especialista explica que cuando hay que hacer la planificación urbana y del territorio, que establece criterios para prevenir estas situaciones, la clase política pondera que esto “es un intangible. No es una obra que se construye inmediatamente, sino que tiene normas o reglamentos que los expertos tienen que aplicar, pero que el ciudadano de a pie no los conoce”.
“El político, como entiende perfectamente que esto no tiene mayor visibilidad, no se preocupa de moverlo en los tiempos que debería, porque no hay presión al respecto. No se ve, pero sus consecuencias se observan ahora”, afirma.
En ese sentido, acota que “las personas recién empiezan a darse cuenta de que el espacio hay que regularlo cuando se produce una serie de situaciones complejas”.
Para el experto, el principal problema radica en que “lo que regula la normativa urbana que tenemos es un 0,2% de nuestro territorio. El 99,8% restante tiene 21 tipos de regulaciones y reglamentos que no están coordinados. No hay una columna vertebral urbana para planificar el territorio y para tomar las precauciones del caso con la debida antelación”.
“No es que el agua caiga solo en las zonas urbanas, también cae en los sectores externos. Si reguláramos, ordenáramos y supiéramos cómo manejar ese territorio, sus cuencas y toda su morfología, podríamos generar este tipo de instrumentos que, repito, no son visibles y no generan clientelismo político”, explica.
“Esa visibilidad que no tienen los instrumentos van retardando su aplicación en su actualización y generación”, agrega. “Chile recién a través del PNUD llamó a una licitación para generar las bases de una futura política de ordenamiento territorial a nivel nacional”, lamenta.
“Espero que en cinco años más tengamos, ojalá, una política de ordenamiento territorial, que sea coherente con el ordenamiento urbano”, concluye.