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Experto asegura que malos resultados de municipales en la PSU demuestran que el modelo educativo chileno fracasó

El especialista de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Jaime Retamal, señala que es imposible acortar la brecha entre colegios particulares y liceos fiscales en las condiciones actuales del sistema. Según el académico, estas diferencias por nivel socioeconómico se mantienen desde la década de 1990, lo que revelaría un error “estructural” que no ha podido ser subsanado a través de reformas en áreas como currículo o calidad de la docencia.

Un 44% de los estudiantes de colegios municipales obtuvo menos de 450 puntos en la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Es decir, casi la mitad de los alumnos de establecimientos fiscales ni siquiera alcanza a postular a las universidades adscritas al Sistema Único de Admisión, que establece como mínimo de postulación ese puntaje.

Para el doctor en educación y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Jaime Retamal, esta cifra es “tremendamente preocupante porque demuestra el deterioro en que está la educación pública de nuestro país, provocado por el abandono y desamparo en que el Estado ha dejado la educación pública”.

De acuerdo al especialista, este problema no es solo de 2016, sino que se arrastra desde principios de la década de 1990. “Cuando el Ministerio de Educación recibió los diagnósticos de la Prueba de Aptitud Académica en el año ‘90, esta diferencia entre particulares pagados y públicos ya existía. Ya había un problema de desigualdad en la distribución de los resultados de aprendizaje”, señala.

Para el especialista, este problema no se ha solucionado porque “la reforma educacional que se ha impulsado desde 1990 perpetúa la desigualdad escolar y social de los jóvenes y los estudiantes. Lo que hace es garantizar un nicho para el lucro de la educación”.

“Se han inyectado recursos y se han hecho reformas curriculares, en la formación inicial docente, para perfeccionar a los profesores y en todas las dimensiones, ámbitos y con todos los actores. Ese modelo fracasó, porque el paradigma que sostiene esa reforma a la educación es de mercado y cree que a través de la competencia se aumenta la calidad de aprendizaje de los estudiantes”, asegura.

Para Retamal, las reformas del actual Gobierno no han sido suficientes para remediar este escenario. “Una verdadera reforma educacional tendría que terminar con la concepción de mercado en la educación”, afirma.

Aunque reconoce que existen problemas administrativos y al interior de la sala de clase que podrían explicar este problema, indica que esa misma situación es sinónimo de que “el Estado está gastando fondos en la educación municipal y subvencionada por algo que no se está cumpliendo”.

Sin embargo, sostiene que esa tarea no es de los colegios públicos, sino de la institucionalidad misma. “Lo que ha hecho el Estado es perpetuar la desigualdad. Si miramos los datos desde el año ‘90 en adelante, vemos que no ha cumplido con su misión constitucional de garantizar calidad de la educación para todos los niños y jóvenes, en especial para los más vulnerables”, explica.

El Estado y las instituciones de educación superior privadas

Según Retamal, los malos resultados de los estudiantes de colegios municipales provocan una situación compleja. “Los más pobres no pueden entrar a las universidades públicas y se van a instituciones privadas. Entonces, el Estado lo que hace es asegurarles el negocio, lo que es un absurdo y una paradoja”, afirma.

“El Estado perpetúa la desigualdad y lo que hace es trabajar para las instituciones de educación superior privadas”, enfatiza.

El problema no es la PSU

Para el académico, este problema es demasiado complejo para radicarlo netamente en la PSU. “El instrumento no es el problema radical ni principal. Obviamente que tiene que perfeccionarse año a año, adecuarse mucho más al currículo escolar y abrirse a otras formas de evaluación. Sin embargo, haríamos muy mal pensando que el termómetro es el que está evaluando mal al enfermo terminal, que es nuestro sistema de educación”, sostiene.

“Así como está el sistema, es imposible que se acorte la brecha, irreversible. Tal cual como hoy, superar la brecha es una utopía”, concluye.

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