Al contrario, el especialista en informática educativa de la Universidad de Santiago, Víctor Barragán, afirma que el hecho de que dos de cada tres niños menores de 12 años tenga un teléfono móvil representa una inmejorable oportunidad para impulsar definitivamente las tecnologías en las salas de clases.
“Actualmente, hay una subutilización de la tecnología al desvincularla de las metodologías y aprendizajes. Se piensa que la tecnología por sí misma debería ser capaz de resolver ciertas cosas y no que va de la mano de una estrategia de uso adecuada”, sostiene.
La Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen) 2015 arrojó que el 71% de los niños menores de doce años tiene un celular funcionando y en uso. Voces especializadas recomiendan, en general, que el uso de estos aparatos móviles sea posterior a los catorce años.
El experto en informática educativa de la Universidad de Santiago, Víctor Barragán, afirma que estos resultados, lejos de representar una estadística peligrosa, constituyen una inmejorable oportunidad para impulsar las tecnologías en las salas de clases. “El uso del móvil como herramienta didáctica, mediada por el docente y las familias, siempre será una oportunidad”, sostiene.
“Por sí sola, la tecnología no produce daño, eso depende del entorno en el que vive el niño”, complementa el coordinador del área de Innovación del Centro de Investigación e Innovación en Educación y TIC (CIIET) del plantel estatal.
Para el experto, esta cifra es una oportunidad porque “el acceso a la información por parte de los estudiantes en las escuelas siempre ha sido algo difícil, dado que las escuelas no cuentan con la suficiente cobertura y tecnología para mantenerse al día respecto de lo que el niño necesita”.
“Actualmente, hay una subutilización de la tecnología al desvincularla de las metodologías y aprendizajes. Se piensa que la tecnología por sí misma debería ser capaz de resolver ciertas cosas y no que va de la mano de una estrategia de uso adecuada”, explica el profesor del Departamento de Educación.
En ese sentido, afirma que “a través de un smartphone, pueden fomentarse perfectamente el desarrollo cognitivo de las personas, a través de la gestión de la información o del tiempo, u ocupar la realidad aumentada para solucionar problemas matemáticos o de geometría”, agrega.
Barragán afirma que para fomentar la responsabilidad de los padres en el uso de dispositivos móviles por parte de sus hijos, las escuelas pueden “aportar en formar a los padres en el uso de estas nuevas herramientas”.
Para ello, considera esencial una formación docente con foco en esta materia. “Los docentes deben ver en las nuevas tecnologías que van de la mano de estos móviles, la posibilidad de que en la clase se ejercite y mediante el celular o computador en la casa puedan ver videos ilustrativos de lo que se hizo, para volver preparado”.
Para ello, sostiene que es importante “que los estudiantes de cuarto año de pedagogía ya estén trabajando permanente mente con tecnologías, viviendo la experiencia como estudiantes y como docentes, para luego aplicarlas con sus futuros alumnos”.
En síntesis, para Barragán el uso de móviles “es una oportunidad valiosa de llevar la clase a cualquier lugar y tenerla en cualquier momento”, sostiene.
“Uno de los principales desafíos es que la escuela se adapte a estos nuevos cambios, y que vea a la tecnología o la educación móvil como una oportunidad de acercar a los niños a los procesos pedagógicos que se están llevando en la escuela”, concluye.