Para el académico de la Universidad de Santiago, Víctor Salas, el impacto del reajuste puede ser absorbido por la economía, aun cuando el crecimiento del país se sitúe en torno a 1,5%.
Enfatiza que la verdadera preocupación del Ejecutivo sería no impactar negativamente la tasa de desempleo.
El Gobierno propuso un incremento de $26 mil del salario mínimo en 18 meses, razón por la cual pasaría desde los actuales $250 mil hasta los $276 mil mensuales a enero de 2018. De acuerdo a especialistas, el alza no guardaría relación con una economía que crecería alrededor de 1,5% (según cifras de la OCDE) ya que implicaría aumentar dos puntos porcentuales por sobre la productividad.
No obstante, para el economista de la Universidad de Santiago, Víctor Salas, la propuesta del Ejecutivo “es conservadora. La economía, aunque crezca poco, puede absorber este proceso de crecimiento del salario mínimo para que ello se expanda a las rentas del resto de la población”, asegura.
Respecto a las razones que llevaron al ministerio de Hacienda a presentar la propuesta en estos términos, el especialista sostiene que “el ministro (Valdés) debe estar más preocupado de la tasa de desempleo, donde el efecto rebote puede ser muy alto y las empresas lo pensarían 10 veces antes de contratar o crear puestos de trabajo”.
“Lo que está haciendo es cautelar que el salario mínimo no se expanda demasiado, para que pueda sostenerse el funcionamiento de la economía en términos globales. El temor del ministro de no reajustar demasiado alto es para no generar respuestas negativas en el mercado laboral y en la tasa de desempleo que, por ahora, se ve bastante estable, en alrededor de 6 y 7%”, explica Salas.
Impacto acotado
El académico de la Facultad de Administración y Economía del plantel estatal subraya que el efecto del reajuste sobre el salario mínimo será percibido, directamente, solo por un sector reducido de la población –alrededor de 700 mil personas, especifica, basándose en estadísticas del INE-.
“Este es un sector pequeño que por sí solo no crea problemas. Lo que crea problemas es el efecto de que si tú reajustas el salario mínimo, tienes que hacerlo en una proporción similar en el resto de los trabajadores de la empresa, pero ese es un efecto que todavía está controlado si no nos escapamos del orden del 3%”, enfatiza el especialista en economía de las políticas públicas.
“El sector productivo y empresarial es el que termina contratando a quienes tienen las rentas más bajas. En ese sentido, el riesgo de que subir el sueldo mínimo genere desempleo existe, pero es leve. Si lo subes a un nivel adecuado, a lo más podrías afectar al desempleo juvenil”, recalca.
Productividad versus remuneración
El economista indica que la discusión sobre el salario mínimo se daría en otros términos si los sindicatos tuvieran un mayor poder de negociación.
“Toda esta discusión sobre el salario mínimo tiene que ver con quién se encarga de fijar con precisión cuál es la remuneración adecuada según la productividad que aportan los trabajadores. En ese sentido, el poder de negociación de los sindicatos sería un contra-balance para avanzar en aumentar las remuneraciones acorde a lo que producen”, afirma.
El especialista insiste en que “tenemos una pésima distribución de la renta y eso está directamente vinculado a los salarios que se pagan. Un mayor poder de negociación permitiría a los sindicatos negociar su remuneración de acuerdo a la productividad que generan”.
Para el académico, la discusión sobre salario mínimo “tiene que estar asociada a una política de redistribución del ingreso, pero el Estado no está en eso, sino que cumpliendo una responsabilidad mínima sobre los trabajadores con menos especialización, que son los jóvenes. El salario mínimo actual es adecuado, pero son las otras remuneraciones donde estamos mal”.