InicioChileNiño de 2 años le ganó a la muerte

Niño de 2 años le ganó a la muerte

Estremecedor testimonio entregan los padres de Rodrigo Cárdenas Gómez, quienes atribuyen a un milagro de Dios y a los cuidados brindados por el equipo médico de la Unidad de Pediatría del Hospital Clínico de Magallanes, su sorprendente recuperación.

Luego de 22 días hospitalizado, 13 de ellos intubado, y con un sombrío pronóstico, donde las expectativas de sobrevivencia eran prácticamente cero, un pequeño niño dio una potente lección de vida, donde las oraciones, una fe en Dios inquebrantable y la ciencia médica contribuyeron a que sus padres hoy testifiquen que los milagros existen.

Es la bella historia de Rodrigo Alonso Cárdenas Gómez, quien con sus 2 añitos, conquistó el corazón del equipo médico de la Uci Pediátrica del Hospital Clínico de Magallanes, después de librar una dramática batalla por su vida, hoy lo tenga de regreso en su hogar en Punta Arenas, rodeado del cariño y los cuidados de sus padres Angélica Gómez Miranda, Rodrigo Cárdenas Soto, y de su hermanita mayor, Denisse, de 3 años.

Su mamá relata que su hijo fue hospitalizado el 23 de mayo, producto de una oportuna derivación desde el consultorio Mateo Bencur. “Presentaba fiebre alta y en la urgencia del hospital comprobaron que estaba saturando, presentaba taquicardia y con mucha dificultad respiratoria. Intentaron estabilizarlo, pero no hubo respuesta a los tratamientos, lo que obligó a dejarlo hospitalizado”.

Su padre recuerda que esa semana se vivió el peak de las hospitalizaciones de niños en el Servicio de Pediatría. Y todos llegaban en la misma condición que su hijo Rodrigo.

“En Pediatría le colocaron apoyo de oxígeno y al día siguiente lo pasaron a la Uci, debido a que seguía con fiebre, tenía complicación respiratoria y desaturaba. Ya el día 25 de mayo el médico nos comunica que no había otra opción que intubarlo porque no respondía absolutamente a nada. Nosotros nos angustiamos un montón, porque enseguida asociamos la intubación a que se venía algo muy grave, nos dio mucho miedo y temor”, confiesa Angélica.

Trece días estuvo Rodrigo intubado en la Uci Pediátrica: primero con un ventilador mecánico convencional y como no respondió en los primeros dos días, el equipo médico optó por recurrir a una modalidad mucho más avanzada, como lo es el Vafo (ventilación de alta frecuencia oscilatoria), indicado principalmente como tratamiento de rescate cuando fracasa el sistema convencional. Pero tampoco hubo respuesta. Sus pulmones estaban fuertemente dañados.

“Fue ahí cuando nos dieron la devastadora noticia de que Rodriguito podría fallecer, porque no estaba respondiendo a nada, y ellos estaban haciendo todo lo posible por salvarlo”, apunta la madre.

Según el papá, el ventilador Vafo llegó a su volumen máximo, a full, al 100 por ciento, por lo que a partir de ahí no hay nada más que hacer, la persona muere, la ciencia médica no tiene nada más que ofrecer. Pese a ello, su hijo estaba desaturando muy bajito. “Ese día el médico nos dijo que lo más probable que Rodrigo iba a fallecer y nos recomendaba que habláramos con la familia para que estuviera preparada para lo peor”.

El día 27 el médico autorizó a los padres para que acompañaran a su hijo 24/7, sobre todo en las noches, porque se esperaba que de un día para otro ocurriera el desenlace fatal. “Para nosotros el ambiente cambió en el hospital, se tornó muy lúgubre, el personal que dejaba su turno se despedía de nosotros porque a su regreso seguramente ya no estaría Rodriguito”, acota la mamá.

Para el padre, el doctor a cargo no se explicaba por qué un ser humano no soporta las saturaciones que sí toleró su hijo.

“Fuimos varios los padres cuyos hijos fueron hospitalizados prácticamente el mismo día. Pasaban los días y éramos testigos del progreso de los otros niños, que se iban yendo de alta, mientras nuestro Rodrigo seguía pegado ahí mismo”, recuerda la mamá.

Si bien un día el médico a cargo llamó a los padres a una oficina y le dio a entender que Rodrigo estaba extremadamente grave y que debían estar preparados porque iba a fallecer en la noche, “yo sentí algo en mi corazón y le respondí que éramos creyentes y que tenemos fe en Dios y que esa noche nos íbamos a ir a nuestro hogar plenamente confiados que nuestro hijo pasaría la noche y que el día siguiente estaríamos con él porque Dios no permitiría que nuestro hijo se vaya. Y así fue”, acota Angélica.

Enseguida admite que “los doctores fueron muy francos con nosotros. Y, en ningún caso podemos desmerecer el trabajo de los médicos, enfermeras y técnicos porque vimos sus desvelos, profesionalismo y esfuerzo desplegado para sacar adelante a sus pacientes. Nada que decir. En Punta Arenas tenemos una Unidad de Pediatría de lujo”.

La madre reconoce que sólo fue la fe en Dios que los mantuvo esperanzados, al que se aferraron “con todo”, aunque el padre confiesa que igual pasó por momentos de flaquezas, donde perdió hasta la fe, porque los pronósticos eran muy devastadores.

Espiritualidad

Los padres y sus familiares profesan la fe evangélica, por lo que en este momento de aflicción no quedó otro camino que aferrarse a Dios.

Las dos semanas que el niño estuvo batallando por su vida, las cadenas de oración se intensificaron, hasta de Argentina, para pedir a Dios un milagro. Las plegarias se hacían de 21 a 22 horas en el hogar de los abuelos paternos del pequeño, donde asistía mucha gente, al igual que en los templos de la Iglesia del Señor Apostólica y del Ministerio Familiar Cristiano, y hasta en el oratorio del hospital, de 6 a 7 de la tarde. “Las oraciones no se interrumpieron ni un día, hasta que Rodrigo recibió su alta médica”.

Así fue como la semana pasada el pequeño paciente fue desentubado para sorpresa y regocijo de sus padres, familiares y equipo médico, siendo derivado a la Uti, hasta que el reciente martes dejó el hospital, luego de los terribles días vividos, donde prácticamente no había expectativas de sobrevivencia.

“Fueron tres noches donde no tuvo repunte, hasta que un día para otro comenzó a salir adelante y le bajaron los niveles de oxígeno. Fue tanto oxígeno que recibió su pequeño organismo, que se temió que podría quedar con secuelas, con problemas motores y hasta vegetativo, pero gracias a Dios nada de ello sucedió, por lo que felizmente respira por sí solo”.

Aunque los médicos son escépticos en reconocer los milagros, en Pediatría bautizaron a este niño como “Rodrigo Milagro” porque no se explicaban cómo este menor pudo salir de esta condición tan crítica.

Los padres sólo tienen palabras de profundo agradecimiento para todo el equipo de la Uci Pediátrica, médicos, enfermeras, técnicos, kinesiólogos y hasta el personal encargado del aseo, porque todos ellos estuvieron comprometidos con esta causa.

Al cierre, recalcan que el poder sustentador de la fe en tiempos de incertidumbre y de pruebas, “nos prueba hasta lo máximo que uno puede llegar”.

Fuente: La Prensa Austral , escrito por Poly Raín

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