La composición de la microbiota intestinal tiene relación con el estado de salud y está influenciada por factores que pueden ser modificables.
La microbiota intestinal corresponde a una población numerosa, diversa y dinámica de microorganismos que habitan en el tracto gastrointestinal, principalmente bacterias y juega un papel importante en nuestra salud desde los primeros momentos de la vida.
La microbiota intestinal está implicada en funciones esenciales para nuestra vida pudiendo proporcionar beneficios como protección frente a la invasión por microorganismos que generan enfermedades, desarrollo del sistema inmunitario, colaborar en la digestión de componentes de la dieta, participar en la producción de vitaminas y otros nutrientes esenciales.
Incluso, puede influir en el estado de ánimo y el comportamiento.
Viene determinada desde los primeros años de su vida por diferentes factores, como el tipo de parto (cesárea o natural), el tipo de lactancia (materna o fórmula artificial) y el entorno.
Asimismo, es fundamental considerar que su composición puede variar a lo largo de la vida, ya que también está influenciada por factores que pueden ser modificables, tales como el estilo de vida, realización de actividad física, uso de antibióticos y la alimentación, siendo esta última, considerada como uno de los principales impulsores en la conformación de la microbiota intestinal.
Debido a esta característica de adaptación de la microbiota, puede conllevar una pérdida de balance en su composición, alterando el equilibrio entre las bacterias beneficiosas y las patógenas (que pueden generar enfermedades).
Por consiguiente, esto genera un impacto negativo en la salud, ya que se relaciona a una mayor predisposición a infecciones y conlleva a un estado que podría favorecer el desarrollo de diabetes, obesidad, alergias, cáncer e incluso enfermedades neurodegenerativas.
Además, se alteran los movimientos intestinales, lo que puede provocar estreñimiento, gases o distensión abdominal.
De esta manera, la alimentación cumple un rol fundamental en la modificación de la microbiota intestinal debido a que los alimentos suministran sustratos diversos para el metabolismo de estos microorganismos, lo cual puede influir y modular la estructura y la composición de las comunidades microbianas, restableciendo el balance adecuado de estas.
Una de las características de la microbiota intestinal más consistentemente asociada con un mejor estado de salud es la diversidad bacteriana. Esta diversidad se ve afectada de forma importante cuando la ingesta es baja en fibra.
Por lo tanto, una alimentación rica en alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales como avena, trigo, centeno, cebada, amaranto, es beneficiosa para los microorganismos que pueblan el aparato digestivo y son fundamentales para una buena salud.
La fibra dietética presente en estos alimentos es buena fuente de “carbohidratos accesibles a la microbiota”, que pueden ser utilizados por los microorganismos modificando el entorno intestinal, conduciendo aumento en la riqueza y diversidad microbiana intestinal, ya que promueve el crecimiento y la actividad de bacterias beneficiosas por su efecto prebiótico.
Además, el consumo de alimentos que son fuente de omega-3 también contribuye a mejorar la composición de la microbiota intestinal, conduciendo a una disminución de la inflamación y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Este se encuentra principalmente en los pescados grasos, aceite de canola o linaza, nueces y semillas.
Por el contrario, una dieta basada en el consumo de alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas es perjudicial para la microbiota intestinal, lo que aumenta el riesgo de padecer las enfermedades mencionadas, incluidos infartos y algunos tipos de cánceres.
De la misma forma, el consumo elevado de carnes rojas puede producir una alteración de la composición de la microbiota, favoreciendo un perfil proinflamatorio.
Cabe destacar que el consumo elevado de edulcorantes como el aspartame, acesulfame k, stevia y sucralosa se ha asociado a alteraciones de la composición de la microbiota intestinal, inhibiendo la supervivencia de algunas poblaciones bacterianas, lo que podría conducir a una respuesta de tipo inflamatoria, fundamental de considerar debido al aumento en el uso de estos como sustitutos del azúcar.
Finalmente, existe información que refuerza la importancia de la dieta para la composición, la estructura y la actividad de la microbiota intestinal humana, siendo fundamental mantener una alimentación variada en alimentos de origen vegetal, evitando un consumo excesivo de ultraprocesados, además de complementar con un cambio en el estilo de vida, realizando actividad física.
Por último, es importante destacar que las recomendaciones de ingesta de estos nutrientes son específicas para cada persona, por lo que se sugiere acudir a un profesional nutricionista para potenciar estos beneficios.
Ayleen Tirado Toro. Interna de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo.