Expertos chilenos y extranjeros se reunieron para discutir sobre la prevención y el abordaje de los hechos de violencia que ocurren al interior de espacios educativos y familiares.
Según las cifras más recientes dadas a conocer por la Superintendencia de Educación, el año 2023 fueron presentadas 12 mil denuncias por problemas de convivencia al interior de los colegios chilenos. Comprendiendo la importancia de generar espacios de sensibilización y prevención, la Universidad Gabriela Mistral realizó el 3er Congreso Internacional de Psicología, actividad que contó con 2.100 inscritos y la participación de expertos de Brasil y Chile, que realizaron 23 ponencias y tres charlas magistrales.
“Este es un tema global y multicultural, y por lo mismo no es fácil solucionarlo”, señaló la representante de Unicef en Chile, Violet Speek-Warnery. Añadió que “la violencia es inaceptable en cualquiera de sus formas, particularmente cuando hay niños y adolescentes involucrados. En Chile, el 63% de los adultos reconoce haber usado prácticas de crianza violenta, como gritos, palmadas o golpes. Por eso, es importante promover entornos protectores en la familia, en las escuelas y en los barrios, así como también el aprendizaje de habilidades socioemocionales desde la primera infancia en los espacios educativos”.
Uno de los invitados internacionales fue Lucas Silva, Director Académico de la Facultad de Ciencias y Educación de FARMAT y Doctor en Educación de la Universidad Federal de Minas Gerais. Recientemente, editó un libro sobre la violencia en los colegios brasileños. La publicación plantea que la problemática -transversal en los establecimientos del país- ocurre sobre todo en las grandes escuelas.
“Mientras más alumnos hay, más desorganizado suele ser el ambiente y las relaciones interpersonales, lo que aumenta la ocurrencia de situaciones violentas. Además, para muchos estudiantes brasileños el colegio es una vía de escape de la violencia que hay dentro de su propia casa: quieren sentirse más protegidos, pero no siempre lo consiguen”, explicó Silva.
Eso se debe a que en Brasil hay bullying, presencia de armas y ataques al interior de las escuelas, lo que produce efectos psicológicos importantes en los menores. La situación, señala Silva, ha dado paso a la judicialización de los conflictos escolares, ya que los establecimientos no son capaces de manejarlos.
Otro de los temas abordados en el congreso realizado por la Universidad Gabriela Mistral fue cómo influye en el comportamiento de los estudiantes la utilización de celulares al interior de los colegios. Hace algunos meses, la municipalidad de Las Condes fue pionera al decidir prohibir el uso de teléfonos en sus establecimientos. Bernardita Undurraga, Directora de Educación en la Corporación de Educación y Salud de Las Condes, explicó en su charla magistral que “estudios internacionales indican que el uso del celular tiene incidencia directa en la convivencia escolar. Pasar demasiado tiempo frente a las pantallas aumenta el riesgo de trastornos del comportamiento, influyendo en la concentración y en la impulsividad”.
De acuerdo con cifras de la OCDE, los menores de edad chilenos pasan siete horas diarias jugando y navegando en internet. Sólo 16 minutos de ese tiempo lo dedican a buscar contenidos educativos; el resto, exclusivamente a la entretención.
La tercera versión del Congreso Internacional de Psicología UGM -realizado en conjunto con Fundación Honra- estuvo dirigida especialmente a docentes y encargados de convivencia escolar, quienes tuvieron la posibilidad de realizar comentarios y preguntas a los expertos. Una de las interrogantes que más se repitió fue qué hacer para evitar para evitar la violencia en los espacios educativos.
En definitiva, la situación debe enfrentarse con acciones multidisciplinarias. “Todos estamos llamados a contribuir. Por eso, la universidad organizó este congreso internacional, para abordar la prevención de problemáticas relacionadas con la salud mental a edades tempranas. La conjunción entre la sociedad civil, el ámbito público, las comunidades escolares y las universidades deben potenciar la generación de soluciones concretas”, propone Magdalena Fernández.