Vecinos, vecinas y pequeños regantes del sector Río Grande se reunieron para manifestar su descontento por la falta de agua para riego, una situación que afecta directamente a la agricultura familiar campesina de la zona. La manifestación fue organizada por diversas agrupaciones agrícolas que se reúnen mensualmente en el territorio.
La problemática se debe al acuerdo de redistribución de aguas realizado por la Junta de Vigilancia del Río Limarí, la CASEP y la DGA, el cual establece turnos de agua para los regantes del sector cada 30 días o más. Esta situación perjudica gravemente a la agricultura familiar campesina, resultando en la pérdida de miles de cultivos de frutas, verduras y hortalizas, destinados tanto al autoconsumo como a la venta y fabricación de productos derivados.
Jéssica Monardez Pereira, de La Cisterna de Tulahuén, comentó sobre la situación: “Por años hemos estado sufriendo con la sequía. Los habitantes y los regantes que tenemos nuestros cultivos, en mi caso, tenemos pequeños cultivos, árboles que han durado por años y los hemos visto secar en nuestras casas porque el agua no alcanza. Tratamos de hacer lo posible, reciclar el agua de las casas, pero aún así no alcanza”.
El alcalde Cristian Herrera Peña, presente en la jornada, manifestó su impresión por la realidad expuesta: “Aquí hay una situación histórica que han planteado nuestros vecinos. En la zona alta, de donde sale el agua y de donde se produce, hoy día ven cómo el agua pasa y tienen turnos de riego que sobrepasan los 30 días o más, lo que impide que las producciones que se realizaban en este sector, de durazno, de hortalizas, hoy día ya no se puedan cultivar. Es imposible que con un turno cada 30 días no puedan sacar adelante esta agricultura y no se pueda sacar ese tipo de producciones”.
Esta situación afecta a aproximadamente 2.000 pequeños agricultores de la parte alta del río, desde Carén hacia la cordillera, hasta el río Carrizal o río Turbio. Este movimiento nació con una organización de pequeños regantes que se han ido uniendo, y la convocatoria del día de hoy fue de todas las fuerzas vivas de Tulahuén.
Nelson Veas, Presidente del canal vecindario de Carén y parte del grupo que está organizando la defensa de sus derechos en la cuenca del río Grande, explicó: “Bueno, como el año 57 se construye el Embalse la Paloma con la finalidad de que las aguas de invierno, que son las más importantes en el caso de una lluvia muy grande, no se fueran al mar, entonces se retuvieran para garantizar principalmente las épocas más complejas que son diciembre-marzo a los regantes de la parte baja del embalse que son 9.500 acciones y la parte alta son las otras 4.500 acciones”.
Veas recalcó: “Prácticamente, hoy día tenemos que abastecer, este año la cordillera desde que empezó la primera lluvia hasta que se produzca el último de hielo en marzo, va a acumular 200 millones de metros cúbicos, de los cuales hay que repartir primero en las 57.000 acciones y segundo en todos los pozos profundos que hay en la línea del Río Grande hasta Salala en este caso.”
Continúa: “Entonces, ¿qué pasó? Que nuestros derechos fueron bajando, nosotros de pasar de un litro por segundo pasamos a cero un litro por segundo, diez veces menos. Estuvimos entre diciembre y abril con 0,05, con 20 veces menos nuestro derecho normal histórico y entre mayo y agosto estuvimos con 0 litros por segundo. ¿Y eso qué ha significado en la práctica? Ha significado que los riegos se hagan cada 35 y en algunos casos 60 días y eso prácticamente ha eliminado toda la producción agrícola de las pequeñas familias campesinas, de casi mil familias campesinas que viven entre Carén y Carrizal”.
La comunidad de pequeños regantes del Río Grande continúa luchando por una distribución más justa del recurso hídrico, con la esperanza de que sus voces sean escuchadas y se puedan implementar soluciones que beneficien a todos los agricultores de la zona.
