Gesto se concretó en la Casa de la Cultura de Las Compañías donde se mostró una cápsula audiovisual sobre su historia y se desarrolló una función de títeres para alumnos del colegio Villa San Bartolomé.
En el marco de una sesión de títeres seguida por alumnos y profesores del colegio Villa San Bartolomé, la Municipalidad de La Serena reconoció la trayectoria de la artista Ingrid Vergara, elegida como Mujer Patrimonio.
La jornada que partió con la presentación de una cápsula audiovisual con la historia de la ‘titiritera’ se materializó la mañana del jueves 9 de mayo de 2024 a través del Departamento de Cultura en las dependencias de la Casa de la Cultura de Las Compañías ubicada en el sector El Olivar.
El profesor Cristián Verdugo del colegio Villa San Bartolomé valoró la instancia cultural, “fue enriquecedor para los alumnos, quienes interactuaron con la historia que resultó muy atractiva y complementa su desarrollo, además, se destacó el trabajo profesional de Ingrid”, precisó.
Ingrid Vergara agradeció el reconocimiento efectuado por el municipio luego que le permitió mostrar su arte.
“Además, siento que estoy representando a todas mis compañeras titiriteras en el mundo. Antes este oficio era sólo de hombres, pero tal como lo plantee en la historia entregada en la Casa de la Cultura, las mujeres también podemos hacerlo y lo hacemos bien, por lo que se me haga este reconocimiento para mí es un honor y el compartir el trabajo con los niños es una alegría”, remarcó.
Aldo Valenzuela y Priscila Argandoña de la Casa de la Cultura le entregaron un reconocimiento por su labor y aporte artístico.
Cultora de una tradición
Ingrid Vergara Osa vive hace 30 años en La Serena y se considera una cultora del teatro tradicional de títeres. A la capital regional llegó desde Rancagua donde desarrolló una carrera de folclorista junto a su padre para estudiar música en la Universidad de La Serena. Pero, al final se inclinó por los títeres.
“Entré al coro de la Universidad de La Serena y fue el tramo en que empecé a efectuar títeres y en algún momento el profesor me dijo que no podía hacer ambas cosas y que debía elegir y elegí quedarme con los títeres”, manifiesta.
Confiesa que esta actividad provoca una complicidad con el público, “cuando están las marionetas, los niños se olvidan que hay una persona manipulando esta marioneta, pierden la noción. Es una especie de magia que sucede y eso ninguna tecnología lo puede igualar”, puntualiza.