En Coquimbo no solo se enseña música, sino que también, se impulsa el crecimiento personal y social de niñas y niños. Al respecto, dos familias beneficiarias de esta institución, comparten cómo la educación artística ha impactado positivamente en la vida de sus hijos.
Más allá de enseñar notas y ritmos, la educación artística que entrega la Fundación Filarmónica de Coquimbo también moldea el carácter y promueve la inclusión social, transformando positivamente la vida de los cientos de niñas y niñas que son parte de ella.
La música como herramienta de expresión y conexión
Daniela Barraza, es madre de Tomás y Luis Álvarez, hermanos e integrantes de la Orquesta y de la Banda Filarmónica Infantil de Coquimbo. Ambos niños son felices y disfrutan de la oportunidad de tocar violin y flauta traversa, y además, ser parte de presentaciones abiertas; actividades donde su diagnóstico de TEA no ha sido una barrera para su crecimiento.
“Desde pequeños, hemos valorado la importancia de la formación musical en nuestra familia. Tanto mi esposo como yo participamos en actividades musicales desde temprana edad, y siempre deseamos que nuestros hijos también experimentaran este mundo”, comenta Daniela al respecto, e igualmente, confiesa que: “para nosotros, la música no solo es una habilidad que se desarrolla con los años, sino también, una forma de expresar y compartir emociones”.
La madre de los niños rememora que cuando descubrieron que Tomás estaba dentro del espectro autista buscaron herramientas para que pudiera desenvolverse, más allá de su zona de confort. “Y la música se convirtió en esa herramienta, permitiéndole expresar sus emociones de manera única y conectarse con otros niños de su edad en la orquesta”, subraya.
Desarrollo personal y social a través de la música
Por su parte, Carlos Álvarez, padre de Tomás y Luis, también se manifiesta agradecido por la experiencia que han vivido sus hijos. “La música no sólo les ha enseñado disciplina y perseverancia, sino que además, les ha brindado la oportunidad de sentirse parte de algo importante. Ver cómo se esfuerzan en cada ensayo y concierto me llena de orgullo y alegría”.
“Además, la música les ha permitido conocer a otros niños en su misma situación y construir amistades sólidas”, agrega, manifestando también su convencimiento de que esta experiencia les está ayudando a desarrollar habilidades importantes para su vida adulta, “como la tolerancia a la frustración y la autoestima. Porque la Filarmónica de Coquimbo no sólo les está enseñando música, sino también les está enseñando lecciones valiosas sobre la vida y el trabajo en equipo”.
Educación emocional
En tanto, Nithcel Cello, psicóloga de la Fundación Filarmónica de Coquimbo, explica que si una persona autista es expuesta a educación emocional, desde pequeña, se le abre una perspectiva muy distinta al mundo cotidiano. “La música tiene una estructura, tiene emociones expresadas de manera no verbal, y contempla compañeros y compañeras que hacen lo mismo y que hablan un mismo idioma”, destaca.
La profesional añade que existen diversos estudios que señalan esta relación beneficiosa entre la música y las personas autistas. “A fin de cuentas, es otra forma de comunicación y otra forma de vivir, en general; entonces ayuda a poder entender las cosas que pasan de una manera mucho más amigable y a generar una comunidad desde un ambiente más amigable también”, concluye.
La Fundación Filarmónica de Coquimbo forma parte del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que busca fortalecer y dar continuidad a instituciones y organizaciones culturales de derecho privado y sin fines de lucro.