El académico, Luis Alonso Díaz Robles, se refiere al primer mapa de la evolución de material particulado en el mundo, que arroja que solo un 0,001% de la población respira aire limpio. Aunque considera que las cifras son preocupantes, estima que aún pueden mitigarse.
El primer estudio mundial sobre contaminación atmosférica reveló que solo el 0,18% de la superficie terrestre y un 0,001% de la población del mundo vive en niveles de contaminación seguros para los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para el académico del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago de Chile, Luis Alonso Díaz Robles, los datos relevados por el equipo de científicos que lidera Yuming Guo, de la Universidad Monash de Melbourne, son “preocupantes”.
“Actualmente, en el mundo mueren casi nueve millones de habitantes producto del material particulado, lo que es casi comparable con el COVID-19. Hoy, la contaminación atmosférica es una pandemia”, considera el doctor en ingeniería ambiental de la Universidad de Tennessee.
El estudio, que hace un mapa de la evolución de las PM 2.5 en las últimas dos décadas, arroja que Asia, Australia, Nueva Zelanda, América Latina y el Caribe han aumentado sus indicadores, y una de las zonas que presenta mayores concentraciones es el sur de América, con 15.6 μg/m³.
A juicio del experto en gestión de la calidad del aire y control de la contaminación atmosférica, la situación en la región puede deberse a que en “los países donde hay pobreza energética se tiende a usar combustibles más sucios que Energías Renovables No Convencionales”.
Respecto a la situación en Chile, el académico del magíster en medio ambiente de la Usach valora el aumento en el uso de este tipo de energías, pero considera que “aún nos falta mucho por caminar, sobre todo a nivel residencial”.
“De Santiago hacia el sur, se sigue usando en forma masiva la combustión residencial a leña”, afirma. Además, señala que el factor del aumento poblacional también influye. “En Santiago, no hay un política clara respecto a restringir los vehículos de combustión, como los diésel”, agrega.
Con todo, Díaz Robles considera que sí es posible revertir la situación, a través de la mitigación. “Se puede con inversión; tecnología; voluntad política; normas de emisión y calidad importantes, fuertes y estrictas; y una educación ambiental relevante, para que la gente tome conciencia y avancemos”, concluyó.