En la época de verano las temperaturas máximas se alcanzan fácilmente como ocurrió el pasado 28 de enero en la región de Coquimbo, en este sentido elevadas temperaturas se relacionan con pérdidas de líquidos en el cuerpo humano causando la deshidratación.
El cuerpo humano está formado aproximadamente por un 70% de agua, y esta se pierde en el día a día por procesos propios del cuerpo como lo es la respiración, los movimientos y orinar, lo que es potenciado por altas temperaturas que causan el sudor.
Es en este sentido reponer las perdidas hídricas se logra a través de un adecuado consumo de agua y el impacto de este preciado recurso natural en nuestro cuerpo es vital para una serie de funciones fisiológicas, entre las cuales se destacan la termorregulación corporal, regulación de la tensión arterial y salud cardiaca, funcionamiento renal, funcionamiento de la musculatura y articulaciones y correcto funcionamiento celular y cerebral.
Particularmente las altas temperaturas propias de la estación producen una elevación de la temperatura corporal que nos causa el sudor, lo mismo sucede al ejercitarse, ya sea saliendo a correr, haciendo pesas o simplemente al salir a pasear una mascota.
El movimiento de la musculatura del cuerpo provoca la producción de calor y consecuentemente la perdida de líquidos corporales, debido a que existe una regulación de la temperatura corporal mediante la redistribución del calor desde tejidos activos hasta la piel, donde mediante el sudor y la evaporación de éste se disipa el calor del cuerpo, así el sudor que contiene agua y electrolitos es la forma más efectiva para enfriar el cuerpo.
En consecuencia, si existe un desbalance entre la ingesta de líquidos y la perdida de estos desde el organismo se produce la deshidratación.
Los principales síntomas que nos indican que estamos deshidratados son la sed, la sudoración excesiva, dolor de cabeza intenso, náuseas y la sensación de inestabilidad, lo que luego puede causar un aumento en la frecuencia cardiaca, disminución del volumen sanguíneo, disminución en la tasa de sudoración, aumento en la temperatura corporal y menor rendimiento físico y mental.
La población promedio adulta y adulta mayor sana requieren el consumo de 1,5- 2 litros de agua al día, lo que equivale a 6 a 8 vasos de agua según las guías alimentarias chilenas, en el caso de la población infantil el consumo al menos debe ser de cinco vasos aproximadamente. No obstante, considerando el factor verano y/o ejercicio físico la cantidad de consumo de agua debe aumentar en estas fechas sobre el promedio que recomiendan las guías.
Es por ello que existen ciertas estrategias para prevenir la deshidratación en verano, entre las cuales se encuentran levantarse y tomar agua inmediatamente, llevar siempre con uno una botella de agua e ir reponiéndola cada vez que se vacié para mantener una hidratación constante, no consumir bebestibles ricos en azúcares o alcohol pues no ayudan con la hidratación, beber agua antes y después de salir o realizar ejercicio físico.
Por último mantener un óptimo consumo de frutas y verduras las cuales son ricas en agua, entre las que destacan las frutillas, sandía, pepino dulce, melón, moras, durazno, piñas y frutas cítricas, por otro lado en las verduras se encuentran la lechuga, tomate, zapallo italiano, acelga, apio, brócoli, champiñones, coliflor, espárragos, espinaca, pepino, pimentones, repollo y zapallo.
Escrito por: Nicolás Sánchez Araya, Interno de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Norte, Campus Coquimbo.
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