El debate en torno a la reforma de pensiones ha comenzado a ocupar un lugar importante en el debate nacional, considerando el reciente anuncio del presidente Boric en torno a este anhelo nacional.
Es un hecho cierto que el nivel de pensiones en Chile no es suficiente para que un jubilado viva dignamente. Sin embargo, la pregunta lógica es analizar si esta reforma solucionaría realmente la situación actual.
En términos estrictos, el problema de las pensiones no se origina en las AFP como instituciones, como muchas personas creen, puesto que estas han sido eficientes en la administración de los recursos que, por ley, son cotizados por los trabajadores.
El bajo nivel de pensiones se explica por la conjunción de varios elementos a saber: el bajo nivel de sueldos que hay en Chile, el aumento en las expectativas de vida, el bajo porcentaje de cotizaciones y la informalidad en el trabajo.
Por ejemplo, el 50% de la población nacional tienen ingresos inferiores a 450 mil pesos aproximadamente. En ese contexto, es ilógico pensar que las pensiones reales sean más altas que esa cifra.
En esa línea, ¿la reforma propuesta soluciona los problemas de fondo en términos de pensiones? Desde mi punto de vista, los elementos medulares del problema no están del todo cubiertos.
Por ejemplo, nada de habla de aumentar la edad de jubilación, a pesar de que es un hecho evidente que la esperanza de vida es mucho más alta ahora y que la mayoría de las personas mayores son laboralmente activas por sobre la edad de jubilación actual.
Por otro lado, la cotización adicional del 6%, que el gobierno pretende sea de uso colectivo, destinada a mejorar las pensiones de las personas con rentas más bajas, a través de un registro nocional de los aportes, impactaría a los trabajadores con rentas inferiores a 1,5 millones mensuales.
En ese contexto, se establece un incentivo perverso a cotizar por montos inferiores al ingreso real o bien, permanecer como trabajador informal, a sabiendas que existirá un monto garantizado de pensión.
Este análisis es sobre la base que el proyecto no menciona una cantidad mínima de años cotizados para optar a usufructuar de este fondo solidario, considerando que todos los sistemas de reparto europeo, que es a donde se pretende mirar, tienen mínimos establecidos. Por ejemplo, en España, se deben cotizar como mínimo 15 años para poder tener derecho a una pensión estatal.
También se debe considerar que, en los países europeos, la tasa de cotización es sustancialmente más alta que la nuestra, muy por sobre el 16% de aportes que tendríamos en Chile.
Lamentablemente, hay sectores que han tomado el tema de pensiones como una bandera de lucha política y social, y olvidan el análisis técnico del problema, que es la única fuente de solucione real.
José Navarrete Oyarce, Director Magíster en Tributación, Universidad Andrés Bello