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La especie corvina se proyecta como una alternativa de industria acuícola para la macrozona norte

Después de 12 años y dos programas de desarrollo (PDACH y PTEC), la tecnología para el cultivo de la especie nativa Cilus gilberti está validada y en condiciones de iniciar el escalamiento productivo.

Jorge Lizardi Bustos, nuevo director del Programa Corvina, es el encargado de encabezar la última etapa de desarrollo, con la misión de entregar una oportunidad de diversificación sostenible para el norte de Chile.

El propósito de diversificar la acuicultura nacional, incorporando una especie nativa como la corvina (Cilus gilberti), está cada vez más cerca de concretarse. Después de 12 años de trabajo asociativo, la iniciativa de innovación y desarrollo ejecutada por Fundación Chile y apoyada por Corfo, y en específico por la Gerencia de Capacidades Tecnológicas y Dirección de Programas Tecnológicos, ha logrado cerrar las brechas productivas y desarrollar una tecnología nacional, ambientalmente sostenible y escalable.

Así lo sostiene el director del Centro Acuícola Tongoy (CAT) de Fundación Chile, Franco Cerda Dubó, quien destaca que “el Programa Corvina ha superado barreras tecnológicas para la producción y hoy está en su fase final, con la madurez necesaria para posicionarse ya no como programa tecnológico, sino como unidad productiva que genere valor en la macrozona norte y pueda contribuir al equilibrio del eje productivo acuícola nacional”.

Tongoy, en la Región de Coquimbo, e Iquique, en la Región de Tarapacá, han sido los polos de desarrollo de los subprogramas de “Producción de Juveniles en Ambiente Controlado” y “Engorda en Balsas Jaulas”, respectivamente. “El modelo de producción de juveniles en tierra lo tenemos afinado, sin brechas tecnológicas relevantes, con un trabajo de mejora continua en la optimización de costos de producción”, señala Franco Cerda.

En Iquique, en tanto, se avanza hacia la consolidación del subprograma de engorda en balsa jaula, incorporando tecnologías que se adapten al actual escenario de cambio climático y a las necesidades de seguridad alimentaria, con –por ejemplo– el uso de fotoperiodo, tecnificación de los sistemas de alimentación y oxigenación de respaldo para los fenómenos de surgencia. “Estamos en condiciones de partir con la producción piloto, con un volumen de 30 toneladas al año, ampliando a 100 toneladas por año en el plazo de 12 meses”, enfatiza el director del CAT.

Cabe destacar la participación en el Programa Corvina de los co-ejecutores, Universidad Arturo Prat y ADL Diagnostic Chile; el Instituto del Mar Carlos Condell, y las empresas asociadas, Pesquera Friosur y Vitapro Chile, a las que se ha unido Luxmeter, en calidad de colaborador. Anteriormente participaron la Universidad Católica del Norte, la Universidad Austral de Chile, la Universidad de Concepción y las empresas Ewos Chile Alimentos, Cordunap y Oxzo.

Recta final con nuevo director

El ingeniero acuícola de la Universidad de Antofagasta, Jorge Lizardi Bustos, asumió la conducción del Programa Corvina en su última etapa como PTEC (Programa Tecnológico Complementario al Programa de Diversificación de la Acuicultura Chilena, PDACH), el que finaliza este año.

Con más de veinte años de experiencia en acuicultura, Jorge Lizardi inició su carrera en la industria salmonera, específicamente en la empresa Marine Harvest (actual Mowi), adquiriendo experiencia en producción intensiva de peces, llegando a liderar equipos en Agua Dulce y Sistemas de Recirculación.

Después de una década en la industria nacional, su espíritu innovador lo llevó a emigrar a Arabia Saudita, motivado por el desafío de diversificar la producción acuícola en el Medio Oriente. Sostiene que partieron “desde cero en la producción de peces”, siendo el barramundi (Lates calcarifer) y la tilapia (Oreochromis aureus) los cultivos que actualmente se desarrollan de forma intensiva, gracias al trabajo asociado de un grupo de chilenos.

Similar misión lo llevó luego a Qatar, donde participó en el desarrollo de sistemas de recirculación acuícola para la producción de 10 millones de juveniles por año de especies nativas. La llegada de la pandemia lo impulsó a regresar a Chile.

Instalado de vuelta, postuló a la dirección del Programa Corvina. “Me pareció interesante porque, a diferencia de la industria consolidada del salmón, se presenta como un desafío tecnológico con mérito regional y nacional, que podría impactar positivamente la historia acuícola del país”, afirma.

Por de pronto, asevera Jorge Lizardi, se visualiza una gran oportunidad de desarrollo acuícola en el Norte Grande, asegurando que “las muchas playas y caletas de la macrozona norte son de gran potencial para el desarrollo de la engorda de corvina, especie endémica, muy vinculada y adaptada a las condiciones ambientales regionales”.

Especie nativa de alto potencial

La Corvina (Cilus gilberti) es una especie nativa, que extiende su presencia desde el norte de Perú hasta la zona de la isla de Chiloé por el sur. Según los resultados del Programa, las costas de la región de Tarapacá poseen características ambientales adecuadas para su crecimiento y, por ende, el desarrollo de su cultivo acuícola.

En los últimos años, tanto en Chile como en Perú, la corvina ha sufrido una merma en su disponibilidad en el mercado, siendo una especie muy atractiva por sus condiciones gastronómicas y nutricionales. De acuerdo al estudio realizado por el Programa Corvina durante 2020 en los canales de comercialización de Iquique, el 60% de los establecimientos declararon no utilizar corvina debido su alto valor y dificultosa adquisición.

Durante su desarrollo, el Programa Corvina ha tenido diversas experiencias, de las cuales sin duda ha aprendido y reparado a través de mejores tecnológicas y una adecuada gestión en los sistemas que están operando en las regiones de Tarapacá y Coquimbo, generando capital humano especializado y formando una plataforma de proveedores, compuesta fundamentalmente por pymes. “Para la etapa de producción en escala, será necesario contar con una serie de elementos y vincular a nuevas empresas e instituciones para que formen parte de la industria, y que tengan una componente local o regional. Este crecimiento requerirá diversos servicios, como arriendo de embarcaciones, servicios técnicos de instalación y mantención de equipamiento, laboratorios para análisis, submarinismo, etc. Además, están las labores relacionadas a la faena y comercialización de la especie, lo que pueda aportar a la gastronomía local”, sostiene Macarena Aljaro, directora de Consorcios y Programas Tecnológicos de Corfo.

Según la ejecutiva de Corfo, el Programa no sólo busca validar una tecnología de cultivo sostenible para la corvina, sino que también “tiene el propósito de ampliar el ecosistema productivo de la zona norte del país, creando y fortaleciendo cadenas de valor que puedan entregar una mayor y mejor oferta laboral, así como calidad de vida para sus comunidades”.

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