Referirse a la educación para los nuevos tiempos contiene una idea compleja, porque ¿de qué hablamos cuando hablamos de “nuevos tiempos”? y en este contexto, ¿qué ocurre con el educar?
Los nuevos tiempos -o actuales- son tiempos de globalización, hiperconexión, acceso a la información y desinformación en otros casos (=fake news), pero además, perplejidad e incertidumbre, sorpresa y ausencia de control. Las organizaciones tienden a resguardarse en protocolos para saber cómo proceder frente a múltiples situaciones, pero muchas veces aparece la excepción y lo esperado, no ocurre. Lo mismo sucede cuando desde la escuela asumimos que niñas y niños se sienten motivados automáticamente por aprender. Y por supuesto, el profesor, por enseñar. Convivimos, por lo tanto, en un mundo de supuestos. Imaginamos situaciones posibles, que en ocasiones pueden ser probables y en otros, muy pocos, realizables.
Las y los profesionales de la educación nos situamos, entonces, en escenarios altamente complejos donde la convivencia con la incertidumbre es la norma, y más que enseñar, somos aprendices de lo que está siendo-ocurriendo.
La actualidad nos desafía a promover experiencias de aprendizaje que se vinculen con la vida, que salgan de la ficción y nos permita problematizar lo que vemos día a día. Esto nos abre posibilidades a pensar y tener prácticas que se condicen con la interdisciplinariedad y el pensamiento crítico, bajo el paraguas de una pedagogía transformadora.
La apuesta educativa es por abrir el pensamiento hacia la síntesis, unificando saberes, vinculando acciones y no separando ni encerrando el conocimiento. Una educación para el mundo actual se hace en términos de complejidad, donde las acciones se entraman y generan nuevas semillas de conocimiento. Una educación que apunte a resolver problemas, más que a buscar la verdad, es decir, salir del pensamiento medieval y saltar al actual. Estamos en medio de una multiplicidad de crisis: climática, económica, de salud, seguridad, migratoria, educacional, entre otras, por lo que pensar la educación como se hacía en el siglo pasado no es suficiente para la época en la que vivimos. En otras palabras, una educación que permita la creación de relaciones posibles, para evitar la repetición ad infinitum de contenidos y ayude a crear nuevos relatos y acciones.
Rodrigo Espinoza Vásquez
Paulina Veas García
Pabla Rivera Iribarren
Escuela de Educación UCN, Coquimbo