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Entrevista al escritor Simón Soto: “Lo único que importa en la literatura es el oficio, es decir, escribir y leer incansablemente”

El galardonado narrador se presentará el 8 de febrero a las 20 horas en la Feria del Libro de La Serena

Guionista y autor de los elogiados libros de cuentos Cielo negro y La pesadilla del mundo, Simón Soto (1981) es uno de los autores más destacados de su generación. Con la publicación de Matadero Franklin, su primera novela, alcanzó una importante notoriedad, y además se adjudicó importantes premios. Asimismo, el volumen, que va en su quinta edición, se venderá en todo Sudamérica. 

En esta entrevista nos habla sobre sus influencias, el éxito y lo que para él significa el oficio de escritor

¿Qué referencias tienes de la Feria del Libro de La Serena?

Solo las precisas: Sé que convoca a muchos lectores y que llevan a autores importantes y que están en plena actividad.

¿Cuáles son tus principales influencias?

Es una pregunta muy compleja, que siempre me causa dificultades responder. A estas alturas de mi vida, me cuesta mucho diferenciar entre la enorme cantidad de lecturas y los autores que verdaderamente aparecen en el trabajo de uno. Creo que esa influencia funciona de manera más secreta y subrepticia; uno no se da cuenta del influjo que realmente ejercen algunos autores sobre uno. Ahora, te podría hablar de influencia en el sentido espiritual, como lector, como individuo: Tolstói, Manuel Rojas, Borges, Lydia Davis, Ricardo Piglia, Cormac McCarthy, Santa Teresa de Jesús, Raúl Ruiz, Vargas Llosa, García Márquez, Fogwill, Harold Bloom, James Ellroy, Jorge Ibargüengoitia, Mercedes Valdivieso, Nabokov, Sofia Tolstáia, Fabián Casas, los diarios de Julio Ramón Ribeyro, los diarios de Cesare Pavese, V.S. Naipaul (quien dice que su vida entera está -estuvo- al servicio de esa “cosa” llamada literatura), Kafka, Elena Garro, de Rokha, Germán Marín, Gonzalo Rojas, Kenzaburo Oe, los evangelistas, Alan Moore, Robert Crumb, Harvey Pekar, Bob Dylan, Philip Roth, Michel de Montaigne.

Tus dos primeros libros, que tuvieron una muy buena recepción por parte de la crítica, son de cuentos, ¿cómo fue el tránsito de escribir en ese formato para pasar a la novela con Matadero Franklin? ¿Es una evolución natural?

Se trata de ambiciones e intereses paralelos, más que una evolución, creo. La forma de la novela siempre me ha interesado, como me sigue interesando el cuento, y como me apasiona el ensayo. También otras formas más difíciles de clasificar me gustan mucho: la crónica, los diarios, entre otras.

Matadero Franklin es una novela basada en la juventud de Mario Leiva, el “Cabro Carrera”, pero además es una radiografía de Santiago. ¿Cómo fue el proceso de escritura e investigación que tuviste que realizar para construir la narración?

Es un proceso y una fijación de larga data. Investigué largo tiempo al Cabro Carrera. En su biografía (Los cien rostros de don Mario, de Ignacio González Camus) aparecía que había nacido y crecido en el barrio Matadero Franklin. Esa fue la chispa que me llevó a abrir el relato hacia ese espacio, y luego a centrarlo únicamente en la juventud del personaje. La investigación en torno al Matadero me debe haber tomado alrededor de diez años.

Matadero Franklin fue elegido entre los mejores libros de La Tercera en 2018; en noviembre obtuvo, en categoría obras publicadas, el Premio Literario del Ministerio de las Culturas, y recientemente te adjudicaste el Premio a mejor novela José Nuez Martín, que otorga la Facultad de Letras de la U. Católica. ¿Cómo te tomas los premios y qué valor les otorgas?

Con gratitud y la mayor serenidad posible. Quiero decir que no puedo desconocer que hay un reconocimiento para mi trabajo, tanto simbólicamente como en dinero, y eso siempre representa un incentivo. Pero, por otra parte, lo único que importa en la literatura es el oficio, es decir, escribir incansablemente, y leer. Entonces, después de agradecer, me olvido rápidamente y continúo escribiendo y pensando en futuros proyectos literarios.

Matadero Franklin ahora será vendida en toda Sudamérica, ¿Cómo crees que será la recepción considerando lo chilena que es la obra?

No lo sé, no soy capaz de intuir ni imaginarme cómo le va a ir al libro. Yo espero que exista un aliento universal en el relato, que supere la dimensión local de la historia. Pero eso es solo un deseo.

¿Qué opinión tienes del estado actual de la narrativa en Chile?

Se escribe y se publica mucho, ¿no? En esa ferviente actividad, aparecen libros de escritores pero también de otras personas que no escriben literatura: comediantes, políticos, influencers de Instagram, ejecutivos de televisión, diseñadores, en fin. Cuando uno hace el ejercicio de decantar toda esa marea de material escrito, creo que hay cosas interesantísimas, vigorosas, potentes, originales.

¿En qué te encuentras ahora, tienes algún proyecto en el que trabajas? 

Estoy trabajando en dos libros que aparecerán este año. Uno es una especie de continuidad de Matadero Franklin; son cinco relatos que abren ese mundo con personajes y periodos nuevos, pero relacionados a la novela. Se llama La sangre y los cuchillos y saldrá por Editorial Planeta. El otro libro lleva por título Todo es personal, Diarios de Ramón Huerta, y es la historia de un escritor (o aspirante a escritor) que deja de tomar alcohol y de jalar cocaína, y como dice el título, está escrito bajo la forma del diario de vida. Todo esto enfrentando la paternidad de su hija de meses, a la vez que escribe una novela, su primera después de haber publicado dos libros de relatos. Además saldrá una nueva edición de mi primer libro, Cielo negro, ahora bajo el sello Montacerdos; los relatos están intervenidos y vendrá con un par de cuentos nuevos.

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