Referente en materias de seguridad en América Latina y académica de la Universidad de Santiago, la Dra. Lucía Dammert señala que “en los últimos años, ha habido un aumento en esta tasa y eso requiere una investigación mayor, para determinar si estamos frente a una situación de violencia entre conocidos o se trata de un incremento del crimen organizado”. En el marco del lanzamiento del informe ‘Seguridad y Tecnología en América Latina: Experiencias y Desafíos’, del cual es coautora, la especialista hace hincapié en la urgencia de optimizar tecnologías de seguridad aplicadas a las investigaciones policiales.
“En los últimos años, ha habido un aumento en esta tasa y eso requiere una investigación mayor, para determinar si estamos frente a una situación de violencia entre conocidos o se trata de un incremento del crimen organizado. Para ello, se requiere un mayor desarrollo tecnológico de las pericias, de la capacidad investigativa, etcétera”.
Ese es el diagnóstico de la socióloga y académica de la Universidad de Santiago de Chile, Dra. Lucía Dammert. Su conclusión se da en el marco del lanzamiento del informe ‘Seguridad y Tecnología en América Latina: Experiencias y Desafíos’, del cual la referente latinoamericana en asuntos de reforma de seguridad es coautora junto a la investigadora del plantel estatal, Ana María Silva.
El estudio establece que aunque América Latina representa el 8% de la población mundial, tiene el 33% de los homicidios a nivel mundial. De dichos homicidios, indica que más del 80% se cometen con armas de fuego legales e ilegales y que más de 2,5 millones de latinoamericanos han sido asesinados entre el año 2000 y 2016. La mayoría de ellos, producto de homicidios intencionales.
Aunque la Dra. Dammert, miembro del Consejo Asesor de la ONU en Asuntos de Desarme, reconoce que Chile manifiesta menores cifras de homicidios que otros países del continente, señala que esto se debe en gran parte a factores geográficos y al modo de procesar estos números.
“En primer lugar, tenemos menos homicidios porque estamos lejos de Estados Unidos y de las rutas del tráfico de drogas”, afirma. Agrega que “las tasas de homicidio que se reportan para comparar mundialmente son las de las Policías y no necesariamente las del Ministerio Público, lo que responde a un problema propio de los sistemas de información”.
El informe destaca como excepciones positivas en materia tecnológica y de seguridad, en comparación con la región, la implementación del Banco Unificado de Datos Criminales de Chile. No obstante, la Dra. Dammert indica que esto requiere de voluntad política para su mantenimiento, actualización y correcto funcionamiento. “Se puede tener la mejor tecnología, pero si las instituciones no quieren intercambiar información, no sucederá nada”, advierte.
“Para que exista una verdadera ‘Inteligencia Móvil’ se necesitan integrar soluciones y herramientas interoperables para la toma de decisiones en terreno e ir en ayuda de la ciudadanía ante emergencias. Por ejemplo, la integración de cámaras de seguridad con reconocimiento facial, cámaras personales en la vestimenta de los oficiales, colaboración de datos de voz y datos unificados, búsqueda y consulta avanzada en tiempo real, mapeo geoespacial, entre otros, ya se están probando en algunas regiones del mundo. Es este el camino correcto para convertirnos en un país más seguro y realmente avanzado en materia de combate hacia la delincuencia”, explicó Alberto Valdivieso, gerente de Motorola Solutions.
Finalmente, el estudio hace hincapié en la necesidad de que el esfuerzo en seguridad provenga tanto desde el sector público como desde el privado, a fin de tener una mayor coordinación que permita identificar mejor la proveniencia de los delitos.
“La tecnología no solucionará los problemas de seguridad pero sin duda permitirá avanzar con mayor certeza sobre las mejores formas de prevenir y controlar la violencia y el delito. De igual forma, se puede convertir en un aliado de los gobiernos para aumentar la efectividad y eficiencia de la inversión en seguridad”, concluye el documento.
El informe fue elaborado desde la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago con el auspicio de Motorola.