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Vitamina D: La clave para combatir la obesidad

La última Encuesta Nacional de Salud revela que un 40% de la población chilena convive con el llamado síndrome metabólico, relacionado con el sobrepeso u obesidad.  Asimismo, el estilo de vida actual es uno de los factores que incide en el déficit de vitamina D, alcanzando niveles alarmantes. Por todo esto, los especialistas recomiendan suplementos vitamínicos.

¿Mantiene un peso adecuado y saludable? ¿Hizo ejercicio en la última semana? ¿Acostumbra realizar actividades al aire libre? Si su respuesta a la mayoría de estas preguntas es no, probablemente forma parte del alto índice de chilenos con obesidad y deficiencia de vitamina D, que hoy preocupa a las autoridades y profesionales de salud del país.

Esta realidad fue abordada en el simposio “Rol de la vitamina D en la obesidad y sus comorbilidades”, en el marco del XX Congreso Chileno de Obesidad que se efectuó en el Hotel Intercontinental de Santiago.

El doctor Alex Valenzuela, presidente de la Sociedad Chilena de Obesidad, explica que “los niveles bajos de vitamina D o hipovitaminosis D afecta a todos los grupos etarios, siendo un problema de salud global, que según algunos investigadores afectaría a más de 1.000 millones de personas en el mundo. El principal responsable de ello, es la baja exposición solar, dado que hasta el 90% de su producción corporal depende de su síntesis a nivel de piel bajo la acción de los rayos ultravioletas B, con un aporte minoritario proveniente de los alimentos, especialmente animales”.

La última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017) da cuenta que un 40% de la población chilena convive con el llamado síndrome metabólico. Es decir, presentan niveles anormales de presión arterial, colesterol, glucosa y grasas, además de un mayor perímetro de cintura, lo que se relaciona con sobrepeso u obesidad.  Estos factores están directamente asociados a un alto riesgo de sufrir diabetes y enfermedades cardiovasculares.

La misma encuesta revela que la falta de vitamina D entre los chilenos alcanza niveles alarmantes. Contrario a lo que se pueda pensar, no sólo los habitantes del extremo sur del país presentan un déficit importante de esta vitamina. En las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Maule, la hipovitaminosis está en torno al 90% de la población. Incluso en regiones como Antofagasta y Arica y Parinacota, solo entre un 15% y un 20% muestra un nivel suficiente de vitamina D.

“Los pacientes obesos, dependiendo del grado de obesidad, presentan concentraciones plasmáticas de vitamina D, del orden de un 20% inferiores a las personas de peso normal y en su gran mayoría presentan hipovitaminosis D, debido a que la grasa corporal ´secuestra` la vitamina D, es decir, queda almacenada en los adipocitos, reduciendo sus niveles circulantes disponibles”, dice el doctor Valenzuela.

EL ESTILO DE VIDA ACTUAL: EL MAYOR FACTOR DE RIESGO

La vitamina D es una hormona pleiotrópica que es sintetizada en la piel a partir de precursores de colesterol o, en menor medida, adquirida en la dieta desde alimentos como los pescados grasos. Por su comportamiento liposoluble, es atraída por la grasa. Esto hace que se deposite en el tejido adiposo del organismo, por lo que en una persona con bajo porcentaje de grasa se facilita su distribución al resto del cuerpo.  Esto no ocurre con quienes cuentan con mayor tejido adiposo. Si bien en estos casos puede registrarse un alto nivel de vitamina D, esta mayor concentración de grasa corporal impide su circulación.

Se estima que un 87% de los chilenos es sedentario. Una gran mayoría trabaja en una oficina con luz artificial y durante el invierno casi no se ve expuesto a la luz solar, otra de las formas de absorber vitamina D.

Según indica Valenzuela, no sólo quienes presentan obesidad están en riesgo de desarrollar hipovitaminosis D. Esta condición también se puede dar en bebés, mujeres embarazadas o en etapa de lactancia, adultos mayores, personas de raza negra y personas que viven en zonas geográficas alejadas del Ecuador. En el caso de la tercera edad, “la síntesis de vitamina D a nivel de piel disminuye a un 33% comparado con los jóvenes, asociado a una reducida ingesta y absorción intestinal de vitamina D, presencia de enfermedades y a una menor efectividad de conversión renal de vitamina D a su forma activa”, argumenta el especialista.

Por ello, a juicio del profesional, la suplementación de vitamina D debe recomendarse a cualquier persona que esté dentro del grupo de riesgo o en quienes se haya encontrado niveles reducidos de vitamina D en sangre o haya una alta sospecha clínica de su deficiencia. “La suplementación de vitamina D es altamente efectiva, fácil de realizar y económica y que en la mayoría de las personas que tienen hipovitaminosis D, no basta sólo con la suplementación hasta la normalización de sus concentraciones plasmáticas, sino que debe mantenerse una dosis de suplementación de manera crónica para así evitar una nueva caída en sus niveles plasmáticos”, asegura.

La vitamina D también cumple un rol en la síntesis y secreción normal de insulina, y los niveles adecuados de esta vitamina mejoran la sensibilidad a la misma. Estos hallazgos fueron confirmados por el estudio NHANES III (adultos de 40 a 74 años) donde los niveles de vitamina D estuvieron inversamente relacionados con la presencia de Diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina.

Esto significa, que la vitamina D podría ser una opción para el tratamiento de la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2, patologías que presentan un gran aumento en la población en los últimos años. Según datos de IMS y Point, en 2017 se vendieron, a nivel nacional, 19 millones de cajas del fármaco antidiabético metformina. Y ese mismo año, considerando tanto el ámbito público como privado, se gastaron 30 mil millones de pesos en tratar ambas condiciones.

“Es importante señalar que el incremento de los niveles de vitamina D en la población general podría prevenir múltiples enfermedades crónicas que incrementan el riesgo de mortalidad, tales como diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, inmunológicas, neurodegenerativas, alérgicas, psiquiátricas y cánceres, entre otras”, explica Valenzuela.

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