El académico de la Universidad de Santiago de Chile, Víctor Salas, señala que el presente de la economía está enfrentando complejidades que terminarán ajustando la expansión, que durante el segundo trimestre anotó un 5,3% según el Banco Central. Entre estos factores se incluyen una incierta rebaja en la tributación de las empresas y una incipiente guerra comercial entre EE.UU. y China. A su juicio, estos aspectos frenan la inversión, ralentizando la creación de puestos de trabajo y, por lo tanto, el consumo.
Un 5,3% creció la economía chilena el segundo trimestre, según el último informe sobre Cuentas Nacionales del Banco Central. El porcentaje representa el mejor desempeño de la actividad en seis años.
Sin embargo, el economista y académico de la Universidad de Santiago, Víctor Salas, considera que estas cifras se basan en expectativas que no se están manifestando en la actualidad y que ello explica que agentes económicos prefieran esperar antes de entregar sus pronósticos.
“La cifra no nos habla del futuro”, señala. “El crecimiento viene en expansión desde el tercer trimestre del año pasado, lo que se ve más fuerte en el primer y segundo trimestre de este 2018, pero las perspectivas son que se ajuste a una tasa de crecimiento del PIB anual bajo el 4%”, insiste.
Para el economista, existen dos factores que no se habían contemplado y que se están presentando con fuerza. En primer lugar, una incierta baja en la tributación de las empresas, lo que suspende decisiones de inversión.
“Los empresarios están en un compás de espera desde principios de junio, a la espera de la decisión del Gobierno de impulsar una rebaja de la tributación a las corporaciones o grandes empresas”, explica.
En segundo lugar, y sumado a lo anterior, se encuentra una incipiente guerra comercial entre Estados Unidos y China, lo que provoca que las pocas inversiones en que pudieran incurrir los empresarios nacionales queden a la espera de que se resuelva esta situación. A su juicio, este panorama ralentiza la creación de puestos de trabajo y, por lo tanto, la capacidad de consumo de las personas.
“Uno se pregunta por qué la gente no siente que esto le está llegando. Entre otras cosas pasa porque la demanda de bienes de capital es un proceso más lento. Esa inversión deseada se traduce en compra de maquinarias y equipos fuera del país”, afirma.
Finalmente, insiste en que la inversión, que es el motor que está haciendo crecer la economía, juega un rol más lento en cuanto a la expansión de la demanda de bienes, que luego se traduce en mayor producción y, por lo tanto, más puestos de trabajo para las personas.
“Lo raro es que se ve una economía que crece fuertemente, pero no se percibe una buena situación económica. Tenemos perspectivas un poco más complejas de sortear, lo que tiene que ver con política económica interna y con situaciones internacionales donde el país no tiene mucho que ver”, sintetiza.