La académica del Departamento de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Santiago, Marcela Zamorano, señala que la meta de la OMS, de que los países eliminen completamente este tipo de grasas, es un desafío que Chile perfectamente puede alcanzar, pues desde el 2009 se prohíbe que los productos contengan más del 2% de estas. Se estima que estos ácidos provocan 500 mil muertes al año en el mundo, producto de enfermedades cardiovasculares.
A través de un comunicado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció esta semana que los países deben eliminar las grasas trans de todos los alimentos a nivel mundial antes de 2023. Se trata de un tipo de grasa que incrementa el tiempo de vida útil de los alimentos y se obtiene al solidificar el aceite líquido mediante un proceso llamado “hidrogenación”.
Para la especialista en análisis de los alimentos y académica de la Universidad de Santiago de Chile, Marcela Zamorano, es muy factible que Chile alcance esa meta sin problemas. Ello, porque en nuestro país no se permite que los productos contengan más del 2% de ácidos grasos trans de origen industrial que, se estima, matan a 500 mil personas anualmente producto de enfermedades cardiovasculares.
“Este tema lleva diez años desarrollándose. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) implementó en el pasado una campaña instando a América a estar libre de grasas trans, y se tomó conciencia de esto en todos los alimentos. Se legisló y desde 2009 nuestros alimentos tienen un máximo de 2% de dichas grasas”, explica. “Chile no debiera tener problemas para alcanzar la meta planteada por la OMS, porque la industria sigue produciendo estas grasas industrializadas con bajo aporte de trans”, enfatiza.
De hecho, la académica del Departamento de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (DECYTAL) del plantel estatal señala que la industria ha actualizado adecuadamente sus procesos de hidrogenación, para disminuir aún más sus niveles de grasas trans que, de acuerdo a Zamorano, se comportan de manera similar a las grasas saturadas, pero presentan otras condiciones “tóxicas” que el metabolismo no procesa bien y, por lo tanto, quedan retenidas en el cuerpo.
Con todo, advierte que para alcanzar una hidrogenación que produzca alimentos con 0% de grasas trans, como sucede en Europa, esta debe perfeccionarse aún más, “lo que podría significar elevar el costo y la venta de grasa que compra la industria que tiene esto como materia prima”. Según la experta, las grasas trans son características de alimentos como la margarina, los pasteles, las galletas y las carnes.
Finalmente, considera que para alcanzar la meta planteada por la OMS se requiere una fiscalización activa y constante de estos procesos de hidrogenación. “Que las condiciones se cumplan, para que el proceso origine una grasa cuyo contenido trans sea mucho más bajo”, concluye.