Antes de cumplir los 12 años y experimentar el cambio de voz propio de la pubertad, se observa un aumento en la patología vocal asociada a disfonía, en niños con roles de liderazgo y en actividades grupales como fútbol o scouts. En la adultez, en cambio, los indicadores son liderados por mujeres, agravándose con el consumo de cigarro o alcohol, presencia de reflujo o trabajos con ruido ambiental continuo.
El próximo 16 de abril, se celebra el Día Mundial de la Voz, y expertos de otorrinolaringología y fonoaudiología de la Universidad Católica, coinciden en una alerta en espacios clínicos y educativos acerca del aumento de la patología vocal o disfonía por estrés de las cuerdas vocales, en niños varones entre 8 y 12 años, con roles de liderazgo y actividades bulliciosas. Los especialistas insisten en la importancia de cuidar y educar la voz desde la infancia.
Las estadísticas indican que entre un 30 y 40% de las personas, experimentarán algún problema con la voz a lo largo de su vida. La patología vocal o disfonía por estrés de las cuerdas vocales es más recurrente en niños líderes que realizan actividades deportivas grupales, en proporción de 2 varones por cada niña; mientras que en la adultez, se observa una mayor incidencia en mujeres sobre los 40 años, respecto de los hombres.
Desde ausentismo escolar y laboral hasta aislamiento social, son las consecuencias de disfonías prolongadas o recurrentes. Según el Dr. Pedro Badía, docente del Departamento de Otorrinolaringología de la Universidad Católica, es importante enseñarles a los niños, así como a los adultos, a no gritar y a ser cuidadosos con su voz, buscando ambientes menos ruidosos que faciliten la comunicación y no sobreexijan a las cuerdas vocales. Y añade: “toda disfonía que dura más de 10 días, incluso en presencia de un cuadro de resfrío o amigdalitis, exige de una consulta médica”.
En el caso de los adultos, existen factores de riesgo como el cigarro, el beber alcohol o el experimentar reflujo, así como el trabajo en lugares ruidosos como faenas, teatros, discoteques, gimnasios y salas de clases, que aumentan las probabilidades de estrés en las cuerdas vocales, en roles o trabajos en que se requiere gritar gran parte del día. El que la patología vocal sea más frecuente en mujeres, se relaciona con algunas características anatómicas de la laringe femenina, lo que implica un tono de voz más agudo y cuerdas vocales más delgadas y por ende vulnerables a daño, comenta el otorrinolaringólogo.
En los niños lo más común es la aparición de nódulos vocales, mientras que en la pubertad, son las mujeres las que los presentan con mayor frecuencia. Asimismo, los hombres adultos presentan pólipos, asociados a un problema más grave de voz. “A modo de ejemplo, nos tocó ver muchos casos de hombres con pólipos vocales después de la Copa América y es que un grito muy intenso puede generar una hemorragia en la cuerda vocal y si no se cuida, el pólipo requerirá incluso de cirugía”, sostiene el Dr. Badía.
Los nódulos vocales, que son bilaterales, son una especie de callosidad que se forman en ambas cuerdas vocales en el sitio de mayor vibración de éstas. Se relaciona con el uso continuo y exagerado de la voz, siendo más frecuente en profesores, abogados, predicadores, sacerdotes, cantantes y actores. “Lo que toda persona debería hacer ante una disfonía, es guardar silencio y no usar la voz, para que la cuerda vocal se vaya desinflamando y recuperándose”, precisa el médico.
Por su parte, Mané León, directora de la carrera de Fonoaudiología Universidad Católica, señala que los niños de hoy tienen un volumen de voz más alto que las generaciones previas y es que se desenvuelven en ambientes ruidosos, agravados por tecnología ruidosa como televisión, computador, celular y otros. La académica también comenta que “Los niños inquietos tienden a presentar nódulos vocales, los que siempre se deben al abuso y trauma vocal. Hay mayor incidencia en niños con actividades que involucran gritar, como fútbol y grupos scouts”. El entorno suele detectar la aparición de una voz poco definida, sucia, además de cansancio al hablar o disfonías cada vez más prolongadas, sugiriendo la consulta a un médico, señala la especialista.
El riesgo no es que la persona se vaya a quedar sin voz, sino que el grado de disfonía y el tiempo de duración altere la vida social, académica o laboral de la persona. Como fonoaudióloga, Mané León señala que debemos reeducar la función vocal con el propósito de reducir el trauma en las cuerdas vocales, mediante ejercicios y técnicas de respiración y proyección de la voz. “Es mucho más fácil tratar a adultos, dado que hay mayor conciencia de la urgencia de resolver el problema y retomar actividades. En el caso de los niños, es de vital importancia involucrar a la familia como tutora de la terapia, para insistir en los ejercicios y ver resultados, y es que la voz es un instrumento esencial para comunicarnos, es la expresión de nuestra personalidad y parte importante de la identidad”, finaliza la directora de carrera.