Diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, cáncer de colon y depresión, son algunas patologías que se desencadenarían a partir de la inflamación sistémica causada por el sedentarismo. Un novedoso estudio realizado en Bélgica, evidencia que ejercicio físico aumenta una proteína en el músculo que atenúa la inflamación.
En el Día Mundial de la Actividad Física, que se conmemora el 6 de abril, cobra relevancia un reciente estudio desarrollado en la Université catholique de Louvain (Bélgica). Se demostró que el ejercicio físico regula procesos inflamatorios, los que se asocian al desarrollo de síndrome metabólico y ciertas enfermedades crónicas. Esto es relevante considerando que, según la última Encuesta Nacional de Salud, 86.7% de los chilenos mayores de 15 años son sedentarios, y 40,1% presenta síndrome metabólico.
Según el experto Rodrigo Fernández-Verdejo, investigador de la Carrera de Nutrición y Dietética de la Pontificia Universidad Católica de Chile y primer autor del estudio, “cuando la cantidad de tejido adiposo aumenta, éste libera hacia la sangre moléculas relacionadas a procesos inflamatorios. Esto produce una inflamación sistémica que se asocia al desarrollo de enfermedades crónicas como Diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, cáncer de colon, y depresión”. El especialista asegura que intervenciones que eviten el aumento del tejido adiposo, o que disminuyan la producción de moléculas inflamatorias, serían claves en la prevención y tratamiento de dichas enfermedades.
Fernández-Verdejo además asegura que al mantener un estilo de vida activo, a partir de ejercicio físico, se disminuye la producción de moléculas inflamatorias. Algunas de esas repuestas ocurren específicamente en los músculos activados durante el ejercicio.
Los efectos anti-inflamatorios del ejercicio se han documentado en varias poblaciones, incluyendo personas con Diabetes tipo 2 y otras alteraciones metabólicas. Está demostrado que el aumento del nivel de actividad física y la disminución del tiempo sedentario disminuyen el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades y de morir a causa de ellas.
El especialista de la UC comenta que su trabajo estuvo enfocado a entender mejor los mecanismos celulares que explican los efectos anti-inflamatorios del ejercicio. Para ello estudió la proteína ATF3 (Activating Transcription Factor 3), conocida por regular la producción de moléculas inflamatorias en varios tejidos, y a través de su investigación confirmó que ATF3 tiene una función similar en el músculo. “Utilizamos ratones como modelo de investigación, y demostramos que ATF3 tiene una función anti-inflamatoria a nivel muscular, la cual sería importante para la adaptación normal al entrenamiento. Nuestros resultados sugieren que ATF3 podría participar de los efectos anti-inflamatorios del ejercicio y así ayudar en la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas”, comenta el especialista ciencias de ejercicio.
Los resultados de esta investigación están publicados en las revistas FASEB Journal (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27856557) y en Biochemical and Biophysical Research Communications (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28822763).