InicioOpiniónOpinión: “Mechoneo” y violencia simbólica

Opinión: “Mechoneo” y violencia simbólica

“La violencia no es poder, sino la ausencia de poder”, Ralph Waldo Emerson.

Desde los inicios de la humanidad, la violencia y sus formas han sido un tema, que nace irremediablemente con el mismo ser humano, vivimos violencia simbólica durante el parto, cuando nuestras madres están dando a luz, como bien lo ha analizado el sociólogo francés Pierre Bourdieu. En este mismo sentido, Michel Foucault no se ha quedado atrás y en su libro “Vigilar y castigar”, hace mención a esta especie de acostumbramiento y naturalización de la violencia. Es menester mencionar que, para nosotros, en estos días, es precisamente esto: la naturalización, lo que más atenta contra el concepto de dignidad de la persona. Pero aún más, junto a ello debemos convivir y lidiar con argumentos inválidos desde su origen que tiene un talante infundado en el camuflamiento psicológico y desplazamiento de la culpa por parte del victimario, a través de sentencias como “es una tradición”; “es para juntar plata para ellos mismos”; “a mí también me lo hicieron”, etc.

La primera de ellas es la más absurda de todas, pensamos en: cuántas tradiciones se han perdido, cuántos oficios tradicionales han sufrido la pérdida del olvido, cuántas actividades que ya no se hacen o juegos que perdieron su moda, y la tierra, tal como decía Galileo sigue girando. Los otros dos enunciados tienen en sus fundamentos dos justificaciones que recalan en el perfil del victimario, justificar psicológicamente y desplazar la culpa, a través de un fin en sí mismo y el otro mediante un acto de venganza. Nos volvemos a preguntar: ¿Cuál es el esmero de mantener algo que nació a mediados de los 90 (¿coincidencia luego de 16 años de dictadura?) y que no constituye una tradición positiva?.

La violencia y el gen de lo agresivo aparece estampado en estas conductas, precisamente esta violencia, que titulamos “simbólica”, porque no es violencia pragmática (física), sino que es disfrazada de bienvenida para cometer actos denostativos que caen en lo morboso; es una forma de violencia tutelar que repetimos a diario como sociedad, a través de actos como discriminación, racismo y xenofobia, contra alguien en quién depositamos los miedos y dolores; traumas que como sociedad históricamente hemos introyectado para hacerlos pasear y ponerlos de moda de un momento a otro. Esto es que, de alguna u otra forma, la presencia de nuestros traumas como sociedad se manifiestan en estos actos que recalan la en la “miseria del ser humano” como diría el poeta chileno Gonzalo Rojas o como diría Flor Motuda: “pobrecito mortal”.

Entendemos que una bienvenida, es una instancia no traumática o estresante para cualquiera de nosotros. Entendemos también que como comunidad universitaria el universitario promedio debe entender, saber y dar a entender a la comunidad que está vinculada a ella y que sus acciones repercuten en ella; desde ese punto vista, queremos ver, con el mayor anhelo a nuestros compañeros llevando acciones de arte o sociales a la comunidad, no compañeros y compañeras denigrados y denigradas con malos olores y pidiendo monedas que finalmente son usadas para un carrete de bienvenida donde más de alguno termina alcoholizado a punta de limosnas.

Entendemos que todo universitario, debe tener una consciencia social de lo que vive y va a vivir, un plan de ejecución maduro basado en códigos que no traslapen la labor de participar íntegramente de la sociedad donde en un futuro se desenvolverá.

Desde la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Serena, y en especial, desde su Secretaría de Cultura, hacemos un fervoroso y reiterativo llamado a toda la comunidad universitaria de todas las casas de estudio, a dejar de una vez estas prácticas, que afectan no sólo a nuestros nuevos compañeros, sino que la propia dignidad como persona y ser humano.

Paulo San Páris
Secretario de Bienestar y Cultura
FEULS 2018.

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