“…muchos chilenos no poseen agua potable en sus hogares, siendo ésta una realidad no poco común en los sectores rurales de nuestra región”.
Daniela Henríquez, Instituto de Políticas Públicas, Universidad Católica del Norte
Cada cierto tiempo, en los medios de comunicación es posible ver noticias y reportajes sobre cortes de agua en sectores urbanos, que generan un gran impacto y perjuicio en la población. ¡Es que no es posible concebir la vida diaria sin agua potable! y cuando somos desprovistos de este servicio por algún evento de fuerza mayor, es que nos damos cuenta de lo vital que es este recurso. Sin embargo, muchos chilenos no poseen agua potable en sus hogares, siendo ésta una realidad común en los sectores rurales de nuestra región.
Ver los embalses llenos de agua nos hace desviar la atención hacia otros problemas, pero según los expertos, la Región de Coquimbo, afectada por el cambio climático, continuará viviendo períodos de escasez hídrica en un proceso de desertificación. Más allá de las actividades productivas de nuestra región que dependen de este recurso vital, existen miles de familias que en los sectores rurales de la Región de Coquimbo dependen de la entrega de agua a través de camiones aljibe, que cada cierto tiempo reparten, lo que para quienes vivimos en la ciudad, parece algo común, hasta para regar el jardín o lavar el auto.
Hace pocos días atrás se publicaron los resultados de la Asociación de Investigadores de Mercado, quienes, en base a proyecciones, vuelven a constatar que la Región de Coquimbo se encuentra entre las regiones con mayores niveles de pobreza en Chile. No cabe duda, de acuerdo a la última CASEN 2015, que esta situación es aún más crítica en el área rural. ¿Cómo garantizamos entonces el acceso al agua en sectores rurales en un contexto de cambio climático y vulnerabilidad social? Aunque los milímetros de agua caída en la Región el 2017 hayan sido “alentadores”, no se debe olvidar que el acceso al agua sigue siendo una prioridad y un problema para muchas familias rurales, para lo cual se debe seguir avanzando en propuestas pertinentes a la realidad campesina. Se ha avanzado en nuevas fuentes y uso eficiente del agua en las actividades productivas regionales, algo necesario. Pero también es importante recordar el valor social y cultural de este elemento vital para las comunidades rurales que hoy no tienen un acceso garantizado. En el Día Internacional del Agua, la invitación es a reflexionar cómo las políticas públicas, la investigación científica, la innovación, la transferencia tecnológica y la sociedad en su conjunto, contribuyen – o no- a que las familias rurales de nuestra región, puedan acceder a algo tan básico: tomar un vaso de agua fresca.