Expertas en Fonoaudiología de la Universidad Católica, destacan la importancia de un diagnóstico precoz a los 3 años y la aplicación de programas transversales de inclusión en los primeros años de escolaridad en la educación pública y privada.
Según un Estudio de Estadísticas de la Educación 2016, publicado en agosto de este año, se registra un total 136.371 matrículas en escuelas de lenguaje municipales y particular subvencionadas en Chile; y es que un 7% de nuestros niños experimentan algún tipo de Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), que dificulta la adquisición del lenguaje en los primeros años, pero que sus secuelas podrían afectar incluso las habilidades matemáticas (o aritmética), además de sociales y emocionales, y la autoestima en la adolescencia, explican expertas de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad Católica.
Francisca Pozo, fonoaudióloga y docente del área de niños UC, detalla la importancia de un diagnóstico precoz a los 3 años, de forma de tratar a tiempo y evitar complicaciones en la lecto escritura y otras habilidades que para muchos, no se relacionan con el habla, la fonética y la expresión verbal, y que podrían dejar severos daños difíciles de resolver en edades más avanzadas.
El diagnóstico de TEL involucra trastornos expresivos y trastornos mixtos, en el cual los niños tienen dificultad en la expresión y comprensión del lenguaje, explica la fonoaudióloga. En este sentido, existen pruebas estandarizadas para evaluar el nivel de desarrollo del lenguaje; sin embargo, antes de los tres años existen indicadores que demuestran una adquisición tardía del lenguaje o algunas alteraciones.
“El TEL es un diagnóstico muy amplio, que incluye desde palabras mal dichas como tillín en vez de tallarín, hasta problemas en la cantidad de vocabulario apropiado para cada etapa de desarrollo o errores en la construcción de frases y oraciones; y todos manifiestan algún aspecto del trastorno”, comenta Pozo. Es muy importante que el entorno social del niño sea capaz de identificar el problema para tratarlo a tiempo.
Si bien las escuelas de lenguaje reciben a niños hasta los 5 años y cuentan con terapia fonoaudiológica una vez por semana, Francisca Pozo señala que los trastornos del lenguaje deben seguir trabajándose en la etapa escolar y para ellos existen Programas Transversales de Inclusión para niños con necesidades especiales, con apoyo de profesores diferenciales y fonoaudiólogos, con los que se puede mejorar el lenguaje en todas las asignaturas e incluso, en sesiones ampliadas con todo el curso.
“El desarrollo de un TEL no es hereditario ni depende del nivel de estimulación de un niño. Se observa que en la educación pre-escolar y también en los médicos pediatras, existe una falta de capacitación para detectar oportunamente un TEL y diferenciarlo de un retraso en el lenguaje, o se cae en la falsa atribución a un exceso de regaloneo, lo que se traduce en un tremendo daño a mediano y largo plazo”, enfatiza la fonoaudióloga.
Hay indicadores muy fáciles de ver. Por ejemplo, entre el año y año y medio, un niño ya debe decir entre 10 o 20 palabras. No importa que no se le entiendan tanto. Si dice “alón” en vez de pantalón, eso ya es una palabra. Ya a partir de los 2 años, el niño tiene que estar formando frases de 2 palabras, por ejemplo, mamá ven, ahí está, y si maneja pocas palabras y no está haciendo frases, claramente hay un retraso en el lenguaje. Ya a los 3 años el lenguaje de un niño tiene que ser entendible por cualquier persona, independientemente de que haya palabras que no las diga correctamente.
El tratamiento del TEL incluye a lo menos terapia una vez a la semana, 30 minutos, de manera individual o en grupo de hasta 3 niños. La dinámica de trabajo consiste en fortalecer el lenguaje y el vocabulario, con cuentos, conciencia fonológica, sílabas, rimas, incluso mucho apoyo de la lectoescritura. En el hogar, la recomendación de la experta es trabajar en base a juegos y crear instancias de comunicación y nunca repetir con insistencia las palabras que se pronuncian mal, ya que así se perpetúa el error. Dado el escaso tiempo de apoyo fonoaudiológico en el sistema educacional, la experta promueve las estrategias colectivas y transversales en todo colegio o escuela.
Francisca Pozo asegura que un TEL es una condición que deja secuelas y que determina el modo en que una persona se desenvuelve, así como la dislexia y el déficit atencional, por ello la importancia de fortalecer de forma permanente y transversal el apoyo durante los años de escolaridad. “Con el trastorno del lenguaje es lo mismo, en el fondo uno tiene que estimular ciertas habilidades, entregarles herramientas para que ellos puedan ser conscientes de sus dificultades y superarlas, como de seguro será el caso al adquirir un segundo idioma”, puntualiza.
La fonoaudiología hoy tiene una amplia inferencia en espacios educacionales, no solo en escuelas de lenguaje y colegios; sino también en espacios clínicos, como apoyo al tratamiento de personas con accidente cerebro-vascular, Alzheimer, enfermedades neurológicas o neurodegenerativas o un TEC, personas que presentan dificultades en el lenguaje o el habla, en la articulación de sonidos, o incluso problemas en la dicción y en la alimentación.
Mané León, directora de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad Católica, señala que la educación en Chile ha mejorado notablemente y que las generaciones actuales de fonoaudiólogos tiene la oportunidad de mejorar la atención en salud y educación de todos los niños, entregando herramientas basadas en la excelencia, la ética y el servicio social, abriendo enormes posibilidades gracias al lenguaje cono puente de expresión, socialización y aprendizaje.
La Universidad Católica contribuye con el desarrollo de investigaciones en fonoaudiología, a través del Centro de Estudios Neurobiológicos, el Laboratorio de Fonética, el Centro de Desarrollo de Tecnologías de Inclusión (CEDETI) y el Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE), entre otros. Para conocer más sobre la carrera, visita http://fonoaudiologia.uc.cl