Hace una década, las alarmas comunitarias comenzaron a popularizarse como opción para combatir la inseguridad en diferentes ciudades de Chile.
A partir de entonces, el sistema se replicó en diversos barrios. Por manzanas, por cuadras, por grupos de vecinos; la intención de todos los que participaron fue unirse frente al mismo problema, la delincuencia.
El éxito de estas permite tomarlas como un elemento de disuasión contra los delincuentes. Actualmente, estos sistemas son financiados gracias al aporte del Gobierno Regional y las municipaldades, y en ocasiones son los mismos vecinos que financian este tipo de proyectos.
Las alarmas son un sistema simple, que puede funcionar conectado a la energía eléctrica del hogar o puede abastecerse de energía solar. Es de fácil manipulación y gracias a que está enfocado en un grupo masivo de vecinos, está al alcance de todos los bolsillos.
Entre las diferencias que puede marcar una alarma comunitaria de una alarma independiente, son que estas últimas ofrecen servicios adicionales como monitoreos por cámara, manejo por celular, entre otros. No obstante, su alto costo no está pensado para una gran cantidad de personas.
Las alarmas comunitarias no tienen como fin único la prevención en seguridad, sino que también sirven para comunicarse con los demás domicilios de la cuadra o de la manzana ante otras emergencias, por lo tanto, ayuda a mantener un vínculo más estrecho con los demás vecinos que viven en el barrio.
