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Una jugada de la gente

Por Orlando Alfonso Olave @oaolave

Sólo hasta hace algunos semanas todas las voces oficiales apuntaban a que los candidatos finalistas para la presidencial eran Lagos y Piñera, luego Guillier y Piñera. Hoy nadie puede asegurar nombres, o quizás la angustia presiona tanto a las gargantas de la elite que no les deja pronunciar esos otros nombres para la papeleta presidencial.

Los dirigentes de todos los partidos quisieron imponer un escenario idílico para el modelo con Ricardo Lagos y Sebastián Piñera por sobre las encuestas ciudadanas. Evitaban hablar en serio respecto de los cuestionamientos sobre ambos contrincantes. Sin embargo el torbellino de evidencias fue superior al relato que las dirigencias partidarias quisieron establecer para el futuro, con sus intereses, equilibrios o “gobernabilidad” por sobre la gente.

Hoy los nuevos cuestionamientos hacia el ex presidente Piñera se ha transformado en la madre de las batallas que podría cambiar el escenario para octubre de manera definitiva, tanto en la Nueva Mayoría como en Chile Vamos y el sinnúmero de nuevos movimientos y referentes. El caso Minera Dominga abrió un flanco comunicacional muy complejo para la oposición, al margen de si es una trama finamente diseñada o es sólo la evidencia de los hechos. La profundización del conflicto de la oposición se suma a la crisis del refichaje y la probable imposibilidad de ejecutar primarias en los partidos oficialistas.

La arremetida efectista de Mariana Aylwin por el portazo cubano y las advertencias de sectores de la DC por desmembrar a la Nueva Mayoría vía primera vuelta, alimentan las fantasías de la oposición y de la propia DC. El fantasma de los tres tercios de la política chilena ronda los silencios. Mientras Alejandro Guillier ha debido detener su marcha para reinventarse en una nueva estrategia para no seguir actuando como comentarista y asumir el rol de protagonista. Ahora bien, su directa amenaza a la DC, más que a Carolina Goic, lo replantea en una posición más audaz y de coalición que podría revertir su baja en las encuestas.

Es sintomático como se están urdiendo mensajes que se diseñan de una manera apocaliptica con los efectos de la crisis de representatividad de los partidos, como una manera de transferir responsabilidades a los ciudadanos para no perder la estabilidad democrática.

Todos son hechos simbólicos que configuran la tormenta perfecta producto del ninguneo al poder ciudadano que han expresado las castas político empresariales a la gente.

Por omisión, marginación o desencantamiento, la ciudadanía está abandonando a quienes usan los partidos políticos, su retórica y símbolos para tejer las redes que han atrapado al elector por décadas. Los unos con un cínico discurso de la democracia y la libertad y los otros con el engolosinamiento de una sociedad liberal esclavizada al consumismo. La lucha entre el bien y el mal prevalece en la literatura así como en la política para atrapar con su trama a los ingenuos ciudadanos.

Pero parece que esa era está llegando a término lenta, segura y sin retroceso. Una fuerza ciudadana avanza a cambios profundos en el modelo democrático. Desde reyes, emperadores, dictadores y un modelo de democracia falso sostenido por estructuras mafiosas, hacia un modelo de profunda participación ciudadana.

Una nueva revolución se gesta para romper con las atávicas falsedades y fortalecer la voluntad de la gente por sobre las minorías que han gobernado como aquellas castas de una realeza corrupta.

Una nueva desobediencia ciudadana se está configurando contra el poder monolítico de los partidos y grandes sectores de conglomerados económicos; hechos evidentes en los últimos años en que derechas, izquierdas e independientes han marchado juntos intentando retomar el poder tejiendo nuevas tramas, nuevos discursos y redes para volver a atrapar la ingenuidad del pueblo.

Los dirigentes políticos se pierden entre la ficción que arman a través de los medios tradicionales para intentar llegar a la realidad de la calle y las casas de Chile.

Así mismo como aquellos medios de comunicación que perdieron circulación, lectoría, credibilidad y auspicios producto de la distancia con la gente; las estructuras de poder partidario tradicional están reflejando los mismos síntomas de manera lenta e irreversible. No es casualidad que en breves plazos estén cambiando de nombres los antiguos movimientos. También se crean nuevos referentes al alero de los indignados pero con sus mismas estructuras y vicios, que las podrán hacer caer en el mismo saco.

La ciudadanía chilena ha avanzado más que otros países en busca de una participación efectiva para cambiar el modelo sector por sector, incluyendo a los propios partidos políticos. Se está configurando sin timidez una nueva vinculación con el poder desde la ciudadanía.

El mundo del poder empresarial, los medios, los partidos y los candidatos se están enfrentando a estos cambios impulsados por la propia ciudadanía… y esa es una jugada de la gente que el establishment aún no quiere entender.

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