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La inmigración emprendedora que ha llegado a Chile

En las últimas semanas se ha instalado el debate en torno al impacto de la inmigración y los desafíos que tiene el país, para lograr una mejor inclusión de los extranjeros en la sociedad chilena.

No hay chileno que no se haya dado cuenta que el paisaje de nuestras ciudades ha cambiado en la última década. Ahora es normal ver a hombres, mujeres y niños con una fisonomía distinta a la nacional y con marcado acento extranjero, en ciertos puestos de trabajo o convertidos en emergentes emprendedores que venden productos tradicionales de su nación de origen, jugos naturales o café de grano, entre otras cosas.

La estabilidad económica, política y social que ha mostrado Chile, lo ha convertido en un destino atractivo para la inmigración. Debido a esto, se han triplicado las solicitudes de visas de trabajo, llegando el 2014 a entregar 66.600 permisos laborales, triplicando -en una década- las solicitudes, de acuerdo a estudios realizados por el Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior y Seguridad Pública.

La inmigración conlleva dinamismo, pero también muchos desafíos. Por un lado, aporta al desarrollo del país y se transforma en una valiosa fuerza laboral. Mientras que el gran reto de Chile, es trabajar para que la inclusión de estas personas sea de la mejor forma en las comunidades, en lo laboral, en lo educacional, en lo cultural y así se respeten sus derechos.

La inmigración en FE

Fondo Esperanza (FE) no es ajeno a este fenómeno social y su equipo cuenta con trabajadoras de distintas nacionalidades. Tal es el caso de María Fernanda Padrón, venezolana, que dejó, hace poco más de un año, la inestabilidad política de su nación para venirse a Chile. “Para mí, estar acá significó tener nuevamente libertad y posibilidad de crearme mi futuro. Fue una decisión difícil, pero que ha valido la pena en todos los ámbitos. Además, Chile es un país hermoso, con una idiosincrasia que combina una gran preocupación por hacer bien las cosas y con un maravilloso sentido del humor”.

Respecto a Fondo Esperanza, María Fernanda dice: “Desde el primer día me recibieron con los brazos y corazones abiertos, tanto mis compañeras(os) como las(os) emprendedoras(es) con las que he tenido el gusto de compartir”.

En el caso de Paola García, quien en enero cumple nueve años en Chile, declara que al principio no fue fácil, por no contar con sus redes personales, familiares y con las amistades que tenía en Perú, siendo obligada a crearse nuevos círculos. “A través del tiempo tengo claro que para mí ha sido una gran oportunidad para desarrollarme personal y profesionalmente, permitiéndome en un ambiente competitivo, sacar lo mejor de mí”.

María José Povedano, llegó hace seis años desde España y desde hace cinco que trabaja en FE. En ese periodo se casó y recientemente fue mamá. Sobre su experiencia acá afirma: “Vivir en Chile ha significado experimentar la incomodidad desafiante y enriquecedora de entender la forma de hacer, las motivaciones y la jerga de un pueblo diferente al mío. Fondo Esperanza para mí es mucho más que un trabajo, siempre he recibido el cariño y el apoyo de todos mis compañeros. Y puedo decir sin dudar que se han convertido en mi gran familia chilena”.

En el caso de los más de 100 mil emprendedores de la institución de desarrollo social, alrededor de un 2% de ellos son extranjeros (similar a la tasa de inmigrantes en Chile), la mayoría son peruanos, bolivianos y colombianos. De hecho, hay muchos Bancos Comunales (BC) donde la mayoría de sus integrantes son extranjeros que se unieron para recibir el apoyo de FE, para hacer crecer sus negocios.

Este es el caso del BC “Fuerza, fe y esperanza” de la Oficina de Santiago Centro, el que está compuesto por 20 personas, de las cuales 18 son peruanas que se dedican al comercio de platos y postres, jugos naturales; la venta de productos de belleza o servicios como peluquería.

Sobre su experiencia en Chile y en Fondo Esperanza, Hermelinda Olvea Tinta (12 años en Chile), una de las integrantes fundadoras de este BC, asegura: “Fondo Esperanza ha sido un gran apoyo para nosotros y para nuestra inclusión. Por lo mismo seguimos juntos después de cuatro años, porque acá encontramos un gran apoyo tanto para obtener capital y hacer crecer nuestros negocios, como también para contar con una red de apoyo entre nosotros”, indica.

Según el Departamento de Extranjería y Migración, en poco más de una década la inmigración en Chile ha crecido un 173%. Este es un fenómeno que seguirá aumentando y Chile debe prepararse bien para recibirlos, y ofrecer las condiciones adecuadas, para que estas personas que llegan cargadas de sueños y proyectos, se integren a nuestra sociedad, cumplan sus anhelos y se transformen en una fuerza de desarrollo. Tal como aquellos inmigrantes que han llegado a Chile a lo largo de toda nuestra historia, han aportado a nuestro crecimiento y a la conformación de nuestra cultura.

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