Jóvenes de las sedes Copiapó y La Serena construyen juegos infantiles, reparan viviendas, levantan cimientos de mediaguas, cierran una multicancha, y refaccionan la infraestructura de la escuela unidocente y rural de Camarones.
No importa el frío ni estar de vacaciones. Tampoco la incomodidad de dormir en un lugar lejano a casa. Hay algo más importante y motivante: ayudar a los demás.
Esa es la premisa que llevan a la práctica una treintena de estudiantes de Santo Tomás La Serena, que junto a compañeros de la sede Copiapó, se encuentran actualmente dando vida a los Trabajos Voluntarios de invierno en Tongoy, instancia coordinada por la Dirección de Asuntos Estudiantiles.
¿Qué hacen estos jóvenes? Construyen juegos infantiles en una plaza, reparan viviendas, levantan cimientos para mediaguas, construyen el cierre para una multicancha, y refaccionan parte de la infraestructura de la escuela unidocente de Camarones, localidad rural que cuenta con 5 niños y niñas.
Entre ellos, Marcelo Henríquez, alumno de Preparador Físico y miembro del voluntariado estudiantil de Santo Tomás La Serena, “Manos que ayudan”, es uno de los participantes, y relata la emoción de encarnar, una vez más y pala en mano, la solidaridad hacia quienes más lo necesitan, “porque para mí ser voluntario lo es todo, es mi día a día. Me levanto siendo voluntario y me acuesto siendo voluntario”, afirmó.
“Me da alegría ver que hay otras personas que se mueven igual que yo, y que tienen ese sentimiento de ayudar no importando las condiciones y que por ayudar, les da lo mismo ensuciarse, romperse las manos o tener que tirarse al suelo por las personas que lo necesitan”, añade el joven.
Igualmente, Rosa Mancilla, estudiante de 52 años de Técnico en Educación Especial en Santo Tomás Copiapó, señaló que ayudar a las personas fue lo que la motivó a participar por primera vez en trabajos voluntarios, “y ha sido una gran experiencia, sobre todo relacionarse con los niños del lugar, que están muy contentos de que estemos acá hermoseando su entorno y de que dejemos un gran recuerdo”.
Finalmente, la señora Norma Salazar, beneficiaria de una las piezas que han sido construidas por los jóvenes, se mostró contenta por la ayuda que le han brindado, “antes pasábamos mucho frío en el comedor, porque la pieza que ocupábamos tiene muchos años. Así que ahora estoy muy agradecida por lo que hacen estos jóvenes por nosotros”, destacó.