Cuando decidió dedicarse a la orfebrería nadie le quería enseñar. Hoy cuenta con moderna máquina láser gracias al apoyo de Sercotec con su programa “Crece”.
El arte de trabajar con metales preciosos o alineaciones de ellos, conocido como orfebrería, es una disciplina que acompaña al hombre desde la prehistoria, cuando se elaboraban vasijas con plata, oro o bronce. El paso del tiempo y el conocimiento de nuevas técnicas permitieron que desde los rudimentarios recipientes se pasara a la elaboración de finas piezas, creando verdaderas obras de arte llenas de grandes detalles.
Esto fue lo que encantó a Waldo Pulgar, orfebre del Barrio Patrimonial La Serena, que hace 30 años decidió hacer un cambio en su vida. “Siempre tuve habilidades con las manos, así que decidí ser orfebre, pero tuve un serio problema, nadie me quería enseñar, éste es un oficio lleno de secretos, así que tuve que ingeniármelas”, nos cuenta.
Waldo estaba decidido a que la orfebrería sería el camino que le permitiría ser feliz, así que pese a los inconvenientes iniciales, tuvo una idea bastante particular que le permitió adquirir los conocimientos que hoy maneja. “Busqué el mejor traje que tenía, y partí a Santiago. Allá llegaba a talleres y les decía a los maestros que venía muy apurado y necesitaba urgente tener las joyas, les pasaba un poco más de dinero, mientras trabajaban les iba haciendo consultas y cuando salía, anotaba todo”. La ingeniosa estrategia funcionó muy bien durante varios meses, hasta que los maestros empezaron a dudar sobre este joven que hacía tantas preguntas. “Un día, una de las personas se molestó y me preguntó que porque les hacía tantas consultas, yo me hice el ofendido, llamé al jefe del taller y le dije que como se les ocurría que yo quería ser orfebre, y nunca más me molestaron” confiesa entre risas.
Todo lo aprendido permitió que Pulgar comenzara a trabajar en un pequeño taller con rudimentarias herramientas que aún mantiene, y con las cuales crea cada una de las joyas que se venden en “Joyería Creaciones”, local ubicado en calle Balmaceda 639. “Hace un tiempo vino un amigo y no podía creer que con estas herramientas y en un espacio que no supera los tres metros cuadrados, yo pueda hacer todo esto, porque en verdad debería tener un taller de 150 metros, pero ya estoy acostumbrado”, sostiene.
Apoyo de Sercotec
Las ganas por querer hacer más cosas y mejorar su trabajo llevo a que Waldo decidiera postular al programa “Crece” que apoya a microempresas con subsidios no reembolsables y capacitación. “Un día pasaron a entregar un folleto, y me contaron del programa. Al principio dudé, aparte que había que ir a reuniones y no tenía mucho tiempo, pero al final postulé y no me arrepiento de la decisión que tomé”.
Con los dineros que entrega el programa, el empresario pudo comprar una moderna máquina láser y que le permitirá hacer trabajos de bisutería. “En Chile hay 2 de estas máquinas y ahora está la mía, es tan moderna que en la aduana estuvo retenida por algunos días porque dudaban sobre el uso de la máquina. Con esto se me abre un mundo de posibilidades”.
La nueva herramienta le permitirá trabajar de una manera más fina, ya que cuenta con un brazo robótico y un microscopio con cámara de alta definición, donde incluso, podrá grabar lo que hace y tener un archivo audiovisual de su trabajo, el que espera compartir con las nuevas generaciones de orfebres, sin ese secretismo que hizo que Waldo tuviese que transformarse en actor. “La orfebrería me hace feliz, me ha permitido darle a educación a mis hijos y hacer creaciones desde la nada, es algo mágico. Ahora debo ver como en este pequeño espacio instaló mis nuevos juguetes”.