Al finalizar una de las charlas desarrolladas desde el Colectivo Autismo Chile se nos acercó un joven con una condición dentro del Espectro del Autismo, entre algunas frases entrecortadas que evidenciaban su inquietud nos dijo, entre otras muchas cosas “nunca me habían dicho que se vulneraban mis derechos humanos”, ¿qué puedo hacer para que sean respetados?, ¿cómo puedo demandar al Estado?”. Desde ese minuto supimos que teníamos un nuevo compañero, quien hasta ese día no contaba con más apoyos que una escuálida pensión de discapacidad, porque no hay nada más para él en este país.
En el último tiempo, por el trabajo de formación comunitaria que se ha llevado a cabo en distintos lugares de Chile, nos ha tocado compartir con muchos jóvenes y adultos con alguna condición evolutiva diversa, sobre todo personas con Autismo o Síndrome de Asperger, la sensación ingrata con la que nos quedamos es siempre la misma, este país tiene con ellos y ellas una deuda más grande que una deuda externa.
Falta de instancias de apoyo en el tránsito hacia la vida adulta (una de verdad, no aquella que se da dentro de las paredes de una escuela especial, proyecto de integración o centro laboral, finalmente esas son instancias segregadas), barreras para continuar con su educación (especial o regular) después de los 26 años, permanente y profunda infantilización, escasas oportunidades de autodeterminación, invisibilización de su existencia y de sus derechos, limitadas posibilidades de planificar y concretar un proyecto vital efectivo, derecho a vivir su sexualidad, a viviendas tuteladas, a trabajos bien remunerados, a subvención para una educación continua, apoyos para una vida autodeterminada, libre y plena.
A nuestro juicio no bastan las declaraciones de buenas intenciones ni las publicitadas instancias recreativas o sociales ocasionales, ni la participación en olimpiadas, eventos artísticos o pequeños proyectos financiados por un Estado que solo da migajas (mientras uno que otro funcionario público aprovecha la escena para mostrar su figura política y salir en alguna página social o sitio web). En estas instancias suelen hacerse magnas declaraciones de derechos, resulta curioso que esos mismos derechos que se declaran se siguen trasgrediendo en el día a día por las instituciones públicas de este país (esas que se supone funcionan), por la comunidad, por las escuelas, por las universidades, en fin, por todos y todas.
Para una verdadera concreción de derechos humanos solo podemos pensar en un paradigma reivindicatorio, el que debe hacerse masivo y poderoso, el que se arriesga con la denuncia sistemática descarnada y la demanda explícita por parte de las familias a través de todos los medios que sea posible, incluso en instancias de formación como las nuestras. Ese paradigma reivindicatorio, que suele asustar a los más cautos y pacientes, solo explicita y reclama lo que se les ha quitado, o lo que nunca han tenido, la dignificación y el respeto de todo un país.
En eso andamos, porque lo creemos y se los debemos. Abandona los eufemismos, la paciencia y las declaraciones, denuncia y súmate.
Ley de Autismo Chile ahora!!!
Nunca + Solos!!!