Taller “Método OVOP: Un pueblo, un producto”, ofrecido a los beneficiarios del proyecto Nodo Valle de Elqui, mostró un modelo de fomento productivo de origen japonés, que promueve el desarrollo, elaboración y consumo de productos locales con valor agregado, y la organización de la oferta de productos y servicios en el territorio, favoreciendo la colaboración por sobre la competencia.
En 1960, en Japón, el gobierno de ese país comenzó a aplicar una estrategia destinada a impulsar el desarrollo económico local y, simultáneamente, estimular la identidad. Con el tiempo, esa experiencia fue exportada a países en desarrollo en Asia, África y Latinoamérica. Hoy se le conoce como Método OVOP, por sus siglas en inglés: “One village, one product”, es decir, “Un pueblo, un producto”, y sus objetivos son promover el desarrollo y la elaboración de productos locales con valor agregado, fomentar el consumo de productos locales, incentivar la creación de micro y pequeñas empresas, fomentar redes entre productores para su integración al mercado nacional e internacional, entre otros.
Este fue el tema de un nuevo taller de perfeccionamiento para pequeños empresarios de las comunas de Vicuña y Paihuano, ofrecido por el Nodo Valle de Elqui, proyecto de CORFO ejecutado por la consultora de diseño Seven7, en asociación con INACAP. Esta iniciativa busca potenciar los emprendimientos en el territorio valle de Elqui, beneficiando a emprendedores de los sectores turismo servicios (hotelería y gastronomía), turismo astronómico, turismo cultural y patrimonial, pisco/vitivinícola, medicina alternativa y productos agroalimentarios, trabajando con ellos para la creación de valor en su oferta de productos y servicios.
El taller se efectuó en el Liceo Mistraliano de Paihuano, siendo dictado por la especialista en turismo territorial y Método OVOP, Marisol Castro, quien ejerce como académica universitaria y consultora experta para agencias extranjeras. Es doctora en Geografía Humana y Turismo, MBA en Gestión de Organizaciones, máster en Geografía y posdoctorada en Procesos de Innovación en Instituciones de Educación Superior.
“Es una metodología que busca un desarrollo intrínseco, es decir, que se valoren los recursos locales tanto naturales como culturales, materiales e inmateriales. Funciona en la medida que la comunidad se apropie y sea partícipe de esto”, explicó la profesional.
Según este método, las localidades de un mismo territorio debieran evitar competir entre sí, y más bien, complementar sus respectivas ofertas de productos y servicios. “Al final, conformas una perfecta ruta. Por ejemplo, en el taller de hoy hubo tres pueblos representados, Vicuña, Pisco Elqui y Alcohuaz. Cuando se les preguntaba por sus elementos distintivos, los tres señalaban astronomía o avistamiento de estrellas. Eso es lo que la metodología busca que no suceda, de tal manera que cada pueblo tenga su elemento propio diferenciador, y que las estrellas, el cielo, sean del valle, de un macro territorio. Que estos pueblos no compitan entre sí, sino que todos tengan la posibilidad de ser visitados. Si todos tienen observación de estrellas, lo más probable es que los turistas lo hagan en el pueblo que le quede más cerca o donde les salga más barato”.
Lo anterior, sin embargo, no implica que cada pueblo se dedique a un único y exclusivo producto o servicio, “sino elegir un producto atractor, el más potente, por el que te elijan para venir, aunque después en el pueblo los empresarios puedan ofertar todo lo que ellos tengan”.
A juicio de Marisol Castro, “la cantidad de pueblos que hay en el valle se presta para aplicar esta metodología, que busca que un pueblo sea un producto, a fin de generar un ecosistema turístico, en donde cada uno de ellos tenga una especialización productiva”.