En marzo, cuando la pandemia del Coronavirus comenzó a escalar, inmediatamente hubo voces que solicitaron medidas de restricción social estricta. Fue de esta manera, por la presión de los alcaldes, que se suspendieron las clases en todos los establecimientos educacionales del país, reconociendo en este tipo de aglomeraciones como un importante foco de contagio.
Con más o menos desaciertos, hubo países del hemisferio sur que comenzaron a sentir el impacto del virus casi al mismo tiempo. Por supuesto que algunas naciones siguieron reglas muy estrictas, con temor a que en sus territorios se repitiera lo de Italia o España. En cambio en Chile, por ejemplo, se basaron en extraños métodos de cuarentenas dinámicas, nueva normalidad, y retorno seguro.
Bajo este escenario, en el mes de abril, la cifra de contagios aún era baja y las autoridades festinaban con felicitaciones internacionales. Sin embargo, mayo dijo otra cosa y nos aventuramos a un desastre que se concentra, sobre todo, en las grandes urbes populosas.
De nada han servido las cuarentenas que llevan casi seis semanas en la región Metropolitana. Tarapacá tampoco muestra signos de descenso en la curva de contagio y Antofagasta vuelve al confinamiento porque no baja el número de enfermos.
La verdad, es que mientras no descienda la movilidad, las medidas sirven poco o nada. Lo esencial es que baje la circulación de personas, pero sabemos que la economía, a alguno, les importa mucho más que la vida de las personas obreras y trabajadoras.
Ahora bien, se da de excusa la economía, pero pongámonos en un escenario B. Si Chile, desde un principio le hubiera puesto atajo al virus con una estricta cuarentena, pagando a las familias para que no fueran a trabajar, no permitiendo los permisos truchos para que las empresas funcionaran. Usted se imagina lo que hubiera pasado. Exacto, ya estaríamos saliendo de este gris panorama y volviendo a una cierta normalidad dentro de poco.
Pero no, se ha tenido que hacer todo mal, error tras error, y ya estamos metidos en un oscuro pozo del cual costará salir. Recién se prevé el peak dentro de un mes, y la baja, de contagio y fallecidos, tampoco es automática.
Realidad Regional
La región de Coquimbo es una de las pocas en la cual no se ha dictado cuarentena, y los expertos, como el Colegio Médico y la Fenpruss, están pidiendo a gritos el confinamiento.
En estos momentos la ocupación de camas críticas es del 93%. Como está subiendo el número de contagios, matemáticamente, el sistema no dará abasto y se deberá decidir a quien desconectar o no.
Las autoridades deben prevenir, y no cometer la falta de ser reactivos. Acá el sistema de salud es mucho más débil y ya se está colapsando.
Es cosa de ir al centro de La Serena, Coquimbo u Ovalle, lleno de futuros contagiados, no hay respeto de la distancia social en la mayoría de los casos.
No hay que esperar más tiempo, la vida de la gente lo vale. Cuarentena Total AHORA, lamentablemente la alternativa ya no es otra.
[…] Fuente: Cuarentena preventiva ¿para qué esperar más? […]